Políticos con la cabeza bien amueblada diciendo que Rusia era una gasolinera con un ejército, economistas de prestigio asegurando que las sanciones la arruinarían, la inteligencia británica diciendo que sacaban los chips de las lavadoras para montarlos en los misiles, un almirante español asegurando en tertulias televisivas que los rusos no saben hacer la guerra, y presidentes como Biden, Jhonson, y Macron, alentando a Zelensky a seguir peleando porque a Putin le quedaban dos telediarios y ellos ponían el dinero y los medios. Ahora viene el baño de realidad, porque han muerto alrededor de 650.000 soldados ucranianos, así que un gran Olé para los analistas y militares de la OTAN. Como Rusia tiene todas las bazas ganadoras, el sentido común dice que a Ucrania le urge negociar para salvar los muebles antes de que su ejército colapse, pero los aprendices de brujo quieren seguir experimentando.
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