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Ferrol

El océano entre México y Galicia se vuelve charco: el proyecto de una ferrolana al otro lado

“¿Conoces los pueblos de millonarios mexicanos en Galicia?” fue la pregunta que le formularon al cineasta Hugo Islas, que le dejó impactado y fue el detonante de un nuevo proyecto conjunto con la periodista de origen local Inés Amarelo. La ferrolana, que creció entre Ultramar y Doniños, reside desde hace siete años en México y el mes pasado lanzó una campaña de recaudación en gofundme.com para financiar el largometraje, que deja a un lado la separación oceánica y trata de darle una vuelta a esa idea imperante que le plantearon a su pareja, ya que “la realidad es que son historias con muchísimas aristas”.

Los pueblos mexicano y gallego tienen “mucho más de lo que parece” en común, tal y como descubrió la propia Inés Amarelo desde su experiencia particular, que la llevó a mudarse al país, hasta el día de hoy. Después de un primer viaje a su tierra como dúo creativo, que tuvo lugar en diciembre y durante dos meses, en el que se centraron en la parte más bibliográfica, en agosto volverá con Hugo Islas para seguir profundizando en la investigación.

Ambos territorios son el hábitat de personas que comparten el hecho de fomentar, “cada uno desde trincheras diferentes”, aspectos como la cultura o las tradiciones, explica la ferrolana. “Aquí hay un montón de lenguas indígenas y, por cierto, mucho menos protegidas que el gallego, que también le falta”, continúa.

Asimismo, para el mexicano fue toda una sorpresa descubrir Galicia, ajeno a “que existía tanta inmigración gallega en México, no tenía idea”, a pesar de que sí se conocen otros aspectos de su historia a nivel estatal como la Guerra Civil o, por supuesto, el tema extendido de la conquista del continente.

Desde entonces, no para de encontrarse con casos de gente en su país, que además alberga un Centro Gallego y, según añade Amarelo, aunque sí se ha estudiado bastante este fenómeno migratorio, “en el imaginario colectivo no está tan presente”. De hecho, al contar la historia de Dubra, la protagonista, muchos les trasladaron que se sienten identificados con sus propias vidas.

El nombre de esta mujer que vive en Ciudad de México, ficticia aunque inspirada en una familiar de Hugo, “es de origen celta, y nuestra idea es ‘platicar’ mucho sobre esta parte que, fuera de España, creo, es muy desconocida”, puesto que es otra de las claves que unen a estas culturas, explica la periodista. Así, en ambos países existe esa fusión de la religión católica con la cultura pagana, poniendo el popular ejemplo aquí de la Santa Compaña. Al otro lado del océano, “las tradiciones prehispánicas se mezclan de una manera muy loca con el cristianismo, que fue impuesto durante la colonización”.

“Nos imaginamos totalmente a la prima de Hugo pero es muchísimas personas más en la ciudad que se hacen horas para ir al trabajo, un trabajo que odian y donde probablemente solo por ser mujer te van a discriminar o tratar de otra manera”. Por lo tanto, en el largometraje se abordan temas como las pésimas condiciones laborales que sufren en el lugar, pero también esa idea de ir a Europa como “sueño impensable”, no solo por motivos de dinero sino también de barreras mentales que alargan todavía más las distancias: “Un día a Dubra le llega esta oportunidad y hace lo posible por ir a buscar sus raíces, con toda esa carga cultural, económica, de clase, etc.”, relata el cineasta.

La investigación que aporta contexto a la trama se centra en una zona entre Ourense y Pontevedra en la que hubo una gran cantidad de personas que emigraron a México. Uno de los casos más conocidos es el del pueblo de Avión que, de hecho, anualmente se convierte en escenario de la Fiesta Mexicana, que este año celebrará su XIX edición el 8 de agosto y, si no hay ningún imprevisto, Inés y Hugo prevén asistir para seguir conociendo gente que haya vivido la historia en sus carnes.

El hecho de que se produzcan estas movilizaciones masivas es lógico por los grupos de apoyo que se forman, y también habitual en el país donde reside la pareja: “Por ejemplo, pueblos del sur de México que migran enteros a ‘x’ lugar de California”, apunta Amarelo.

Los creadores

Inés Amarelo llegó a México con una beca a finales de 2018 para trabajar como corresponsal, a la que renunció hace un año y medio para emprender un camino más personal y artístico, que continúa unido al anterior en cierto punto, ya que el entra en los temas culturales en los que se especializaba, así como en la información sobre derechos humanos. Aún así, no abandona del todo el mundo del periodismo y continúa trabajando en la comunicación en distintos sectores.

Para la ferrolana, el proyecto adquiere una mayor dimensión al pensar en su propia experiencia de movilidad, conduciéndola a una dualidad interior por la que “me cuesta darme legitimidad a mí misma como persona gallega”, aun con la paradoja de que, desde que está fuera, se siente todavía más unida a esta identidad.

Este nuevo rumbo se alineó profesionalmente con el de su pareja, el cineasta Hugo Islas, que siempre ha tenido predilección por “contar historias que involucren a personas reales, más allá del documental, utilizar otros tipos de narrativas” para tratar asuntos sociales: “Me gusta mucho cómo se cruzan las culturas”, expresa. Así, interpreta su disciplina como un puente que puede conectar a personas con intereses semejantes, recordando la obra que realizó para divulgar el problema de la escasez de agua en su barrio.

La película que tienen ambos entre manos lleva al extremo esta función y lo hace a nivel intercontinental. Aunque ya habían trabajado juntos en algunos proyectos, relacionados con otras artes como la música y la poesía o en un programa de radio, esta es la primera vez que sus sectores se ensamblan a la perfección, manteniendo la constante con respecto a anteriores experiencias juntos de hacer confluir a gente con valores compartidos.