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Ferrol

Nueve meses ofreciendo en Canido el arte de la carnicería tradicional

En pleno auge de los locales de hostelería y las peluquerías masculinas, es raro encontrarse con un proyecto emprendedor que apueste por un arte tradicional, especialmente en una época en la que el comercio local parece reservado para unos pocos entendidos y los grandes supermercados dominan el negocio de la alimentación. Quizás sea por eso que “O Cuxo”, la apuesta de Beatriz Alejos-Pita y Martín Hornos, resulte tan especial. Situada en pleno corazón de Canido –en la plaza del Cruceiro, nada menos–, esta carnicería, que pronto cumplirá nueve meses de vida, es a todas luces la consecución de un sueño, un proyecto vital que se hace evidente con solo escuchar la pasión con la que hablan de ella sus dueños.

“Yo soy carnicero de toda la vida”, explica Martín, natural de Uruguay y asentado en Ferrol desde hace más de una década. “Con doce años, cuando era estudiante, había un gallego que era emigrante, que era el carnicero del barrio. Y claro, para hacer algo de dinero comencé a hacer los ‘mandados’ del fin de semana, porque con doce años no podía trabajar en un negocio. Y el me dejaba el cuchillo y me decía que tenía ‘xeito’ con él, así que empezó a enseñarme el oficio”, confiesa. De este modo tan inocente, este profesional descubrió su vocación, explicando que desde ese momento y durante 15 años permaneció junto a su maestro descubriendo los secretos de cómo tratar la carne. “Se me fueron once años de mi vida como si se me fuesen dos. Y ahí me di cuenta de que ese era mi oficio y ya seguí trabajando de eso desde entonces. Es un oficio que me gusta, he trabajado de muchas otras cosas, pero siempre he vuelto a la carnicería. Lo llevo ahí”.

En cuanto a la localización, Beatriz asevera que tuvieron el proyecto en mente durante mucho tiempo por falta de locales, pero que siempre tuvieron claro que querían que fuese en Canido. “Es un barrio de tienda pequeña, con su frutería, su pescadería… Apostamos igual en mala época, pero era la ocasión. Esta era nuestra ilusión, montar esta carnicería”, afirma con una sonrisa.

Profesionales

Conversando sobre el oficio con estos profesionales, sale a colación una frase muy repetida por los entendidos, que aseguran que hay mucha gente que corta carne, pero muy pocos carniceros. A este respecto, Martín cree que tiene “toda la razón”, señalando que “como todo oficio, tienes que aprender y cogerle el punto”. El problema, apunta, es que “no hay una escuela ni un sitio donde te vayan a enseñar desde cero” y que es en la experiencia, en ese “xeito” del que hablaba su maestro, donde se encuentra la diferencia.

En este punto, Beatriz menciona que muchos clientes acuden porque Martín domina el “corte uruguayo”, algo a lo que el segundo resta importancia, explicando que no se trata de una forma especial de preparar una pieza, sino de saber aprovechar la carne y que esta aporte el máximo sabor y la mejor textura.

Vida de barrio

Como ya se mencionó, el que el local estuviese en Canido era una condición ”sine qua non” para abrir el negocio. En este sentido, Beatriz incide en la esencia de barrio tradicional de la zona y en el apoyo que recibe por parte de sus habitantes el comercio local, con especial mención a su Asociación de Vecinos. “Como barrio, tengo que decir que tenemos suerte de tener la asociación que tenemos, porque son geniales”, asegura la profesional, haciendo especial hincapié en la “colaboración total” de la entidad con los pequeños negocios.

“A mi lo que me gusta es que viene mucha gente mayor, que es la que realmente sí que sabe de carne y que cocina mucho, es la que más vuelve y nos da la enhorabuena”, apunta Beatriz haciendo mención especial al éxito que han tenido, especialmente durante la época estival, sus elaborados. “En Navidad, que hicimos lacón, mucha gente lo llevó y les encantó. Es la forma de atraer a la gente. De hecho hubo una señora de unos 80 años que volvió para decirnos que era el mejor lacón que había probado, y te puedes imaginar la cantidad de lacones que habrá probado en su vida”, narra, entre risas.

Otro factor clave del negocio, señalan sus responsables, es la vocación de quien lo lleva, especialmente cuando se trata de una oferta de cara al público. “Si alguien es muy soso te lo dicen, pero si hay ese trato lindo también te lo agradecen mucho. Eso es el barrio, eso es una tienda de barrio”, confiesan.

Administraciones

La única nota negativa de esta narración, como apuntan Beatriz y Martín, se la llevan las Administraciones, de las que, al contrario que la Asociación de Vecinos, nunca han tenido apoyo.

“Si tenemos que guiarnos por ayuntamientos o gobiernos, nada. Políticos, nada. Anda que no tuvimos que dar vueltas para montar la carnicería y necesitábamos que alguien nos explicase las pautas de Sanidad, porque es algo súper importante, y nada. Llama aquí, pide cita allí, esto ya no es presencial... Fue todo bastante locura. Para cobrar son los primeros, pero a la hora de ayudar no se ve. ¿Y quién tira de todo para arriba? El pequeño comercio”, sentencian.