
Puntual llegaba en la mañana de este martes el preparador Alejandro Menéndez a su comparecencia antes del encuentro ante el Burgos. Tan puntual como la victoria que necesita su formación para iniciar el fin de la agonía en la que se ha convertido esta campaña en Segunda División.
A las ocho en punto comenzará este miércoles en A Malata ese encuentro en el que el Racing puede montarse todavía en el tren hacia la permanencia o, por el contrario, ver cómo el Burgos se sienta, momentáneamente, un poco más confortable en su butaca, sabiendo que deja atrás a un adversario directo.
“El Burgos es un rival que se hace difícil en transición, que viene con las pilas puestas y, como decía Ramis, es un partido muy importante para los dos”, relataba el entrenador racinguista pocas horas antes de esa bala verde en la recámara y tras escuchar las palabras de la comparecencia de su homólogo en el banquillo blanquinegro.
Un encuentro en A Malata, ya sin la sombra de la borrasca Herminia, pero sí con la nube de la tormenta que podría desatar, tanto en las filas locales como en las visitantes, una nueva derrota. “La experiencia me dice que cuesta mucho salir, que nadie regala nada y la diferencia de puntos es increíble”, relataba Menéndez al preguntarle por su situación tras cinco duelos con el Racing.
Si bien, el asturiano mantiene abierta esa cita de los suyos con la salvación, con la reconciliación con la categoría, apuntando a una pasada jornada en la que “el lunes a las diez menos cuarto el Eldense nos sacaba doce puntos, a las diez ya eran nueve y es que mañana –por este miércoles– van a ser seis. Si cambia tanto esto en tres días, como no va a poder cambiar en tres meses. Yo me alimento de eso”, sentenciaba el técnico.
De charco a océano
El Racing sigue buscando ese trampolín, ese punto de inflexión que parecía haberse dado con la llegada de Menéndez y su triunfo ante el Levante, al que siguió el estribillo de una canción que, desgraciadamente, ya saben de memoria en las gradas de A Malata.
“Yo estoy como la afición, fastidiado, por no decir una palabra más fuerte”, cuenta el preparador. “Trabajas por semana y no ves el resultado. Tras el Levante han pasado las jornadas, con partidos que no hemos merecido ganar –en Anduva– y otros no perder –Córdoba–. Ha habido un poquito de todo, mala suerte. El equipo tiene que acabar ganando, como puede ser mañana”, apunta Menéndez, y a partir de ahí ese giro de guion tan esperado por club y afición.
Un cambio que pasa por la difícil tarea, entre otras, de abstraerse del equipaje, y no precisamente de mano, con el que Racing y Burgos llegan a esta contienda, coqueteando con el descenso toda la campaña en el caso blanquinegro y totalmente inmersos en él los verdes.
¿La píldora del técnico para superar ese lógico miedo a un nuevo error? “Pensar en el proceso. No puedes pensar en el resultado, si pierdo el balón, si hay un penalti, lo lanzo y lo fallo, en si no gano me quedo a esta diferencia y si gano a esta”, relataba, “hay que pensar en cómo defender bien, con las pautas que tienes, en la atención, en la concentración y es la única forma que tenemos de evitar esas lagunas. Estar muy metidos en el partido y pensando que es un rival al que le puedes ganar. Tienes las armas, las herramientas y la fe”. Una triada de munición con la que el Racing quiere navegar fuera de lo que, gota a gota, ha pasado de charco a océano.