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Estimados amigos, desearos lo mejor para el año que entra y permitirme que lo haga especialmente para todos aquellos que sufren las duras penas que les impone esta crisis estúpida que soportamos.

Final de año es momento de balance de lo pasado y de los firmes propósitos futuros.

De lo pasado poco que explicar: más pobreza, más tristeza y poca esperanza, que muere un poco cada vez que nos enteramos de alguna sinvergüenzada de los administradores públicos o de su entorno próximo.

No sé si les pasa, pero a mí me crece la sensación de que hemos creado una sociedad llena de in-educados que van de chorizos listillos que además se rodean de incompetentes, siendo el exponente más reciente de tales inútiles lo sucedido con el borrado de pruebas acusatorias que implicaban a un diputado en un caso de chantaje.

¡Han borrado la información que había en un disco duro!

Pero no piensen que fue premeditado. No, simplemente ha sido un error.

De error en error y otro porque me toca, como en el juego de la Oca. Y no pasa nada.

Así esperamos el año nuevo, y además con Rouco dándose otro baño de Kikos, Munilla diciendo algo original como que el consumismo es el responsable de la pérdida del sentido Navideño; la reforma del sistema educativo impone la formación católica en las escuelas y más cosas.

¿Se han dado cuenta de que todo es negativo, incluyéndome yo?, ¿que no hay mensajes que nos inviten a sonreír?

Hagamos nuestros firmes propósitos de sonreír, de que las parroquias sean catequesis y no las escuelas, que los laicos participemos de verdad en la Iglesia y que como ciudadanos participemos en la vida pública.

Que los pobres tengan el protagonismo que han de tener y que los demás no nos dejemos robar nuestra dignidad. Que nuestros deseos se cumplan.