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No sé ustedes, pero un servidor se lee los anuncios que “pegan” en las farolas, debajo de los semáforos, en las cabinas telefónicas o ¡ay! pegados a los escaparates. Igualmente leo las pancartas como, por ejemplo, la de “los de las preferentes estamos hasta aquí de los de enfrente” o “Mariano, coñón, trabaja de peón” y otros que no repito, pues estamos en época navideña.

También leo los prospectos que me da (previo copago y acompañado del producto) mi farmacéutica y las notas de prensa, los resúmenes que publica internet y tres, cuatro periódicos al día.

Casi siempre me cabrean, pocas veces me reconfortan y muchas me arruinan el día. En la farmacia leí lo de “cardo mariano”, un producto recomendado por la publicidad pues es anticontaminante”.

Al tiempo, en el periódico leí las tres páginas que recordaban el primer año de Gobierno de Rajoy, “que deja un país empobrecido, con más paro y más crispación social”. Y es que el presidente, abrumado por el insoportable aumento del paro, preocupado por la recesión y agobiado por el estallido social, se enroca en sus medidas –discutidas en el Parlamento, contestadas en la calle– y tras doce meses de fracasos solo se le ocurre pedir paciencia.

Y es que, efectivamente, coincidiendo con el nuevo sorteo de lotería –que seguro que no tocará a nadie– se cumple el que sería el año perfecto: confianza inmediata de los mercados, retroceso vergonzante del paro ante la agresiva y confiada patronal por la llegada de su héroe y felicidad plena entre los ciudadanos que recorrerían las calles entonando loas a quien “prometió decir la verdad aunque doliera”, pero que deja las malas noticias a su vicepresidenta y ministros, mientras él se queda leyendo “Marca”. Como será la cosa que hasta sus más firmes defensores creen que es “un regidor para tiempos más felices”. Para cuando gane el Madrid la Liga, vamos.

Ahora, superado por la crisis, supeditado a lo que mande la Merkel, repite la táctica franquista de no meterse en política y deja esa tarea para Galardón y Wert que incendian el panorama nacional y convierte a Mato en la ministra más peligrosa, que jamás hubo, para la sanidad ciudadana. Además para 2013 un segundo año mariano.

Resistiremos.

Y es que, hay viene lo bueno: el producto farmacéutico al que aludíamos –cardo mariano ¿recuerdan?– se vende en pequeñas dosis y con fecha de caducidad.