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LA OTRA CARA DE LA RECESIÓN

Recesión: Depresión de las actividades económicas en general que tiende a ser pasajera. Regresión: Retrocesión o acción de volver hacia atrás. La diferencia no es tanta, salvo por el hecho de que el primer término contiene, según la RAE, el condicionante de “pasajero”. Con la prima de riesgo –ya saben, el diferencial del bono español con respecto al alemán– en máximos históricos, al menos hasta la jornada del miércoles, la cuestión ya no es tanto, a estas alturas, saber qué pasará como llegar a entender qué diferencias existen entre una palabra y la otra. La regresión debería ser, cuando menos, más asumible por el vulgo, por aquello de que es, ni más ni menos, que sinónimo de regreso, es decir, de volver a lo que fuimos, muy lejos esto último de lo que, en realidad, quisimos ser. ¿Qué significa regresar si no el simple hecho de que, por ejemplo, Europa empiece en los Pirineos?

Y es que, visto lo visto, y pese al empeño y el esfuerzo que lo primero conlleva, lo cierto es que sigue estando lejos de lo que quisiéramos, que no es otra cosa que una simple, mera prospección, de que algo cambia, de que progresa o avanza. La otra cara de la recesión, que es, o debería ser, un elemento coyuntural, va camino de convertirse en un retroceso inalterable.

En el mejor de los casos, incluso no faltaría quien prefiriese estar como estábamos, ya no hace cuatro o cinco años, sino veinte o treinta atrás, cuando la llamada clase media lo era básicamente porque podía serlo, no porque los políticos o la banca dijesen que lo era. Los datos aportados días atrás por Cáritas, que establecen que es precisamente la clase media la que va camino (con un 40 por ciento) de convertirse en un colectivo demandante de ayuda asistencial, van más allá de la elocuencia y, lo que es peor, no invitan al más mínimo optimismo, sobre todo teniendo en cuenta esa prima de riesgo que tanto nos vapulea y que, al menos ese 40 por ciento de la clase media que necesita, por ejemplo, de los comedores sociales, no tiene ni idea de lo que significa pero sí de lo que la perjudica.

Se supone que es Europa la que habla, pero ¿no éramos nosotros también Europa? Por no tener, al menos en comparación con los grandes, no tenemos, ni por aproximación, el salario interprofesional que permite un alto poder adquisitivo del que nos creímos también poseedores. ¿Cómo establecer entonces comparaciones, la más mínima regla de equilibrio al margen de la equidad? ¿Cómo entender, desde el punto de vista de ese 40 por ciento (casi la mitad) de la clase media que el déficit del Estado se puede arreglar reduciendo inversión en Sanidad y Educación y, por el contrario, hallar la voluntad necesaria para sostener un sistema financiero que está lejos, como se ha demostrado, de la solvencia?

No falta quien utiliza la proyección temporal para avanzar lo que nos espera, pero el problema radica en no ser, tal vez, conscientes de que la recesión es un término que establece como base la temporalidad, cosa contraria a la regresión