EL REFEÉNDUM
En Galicia se comenta con cierta frecuencia en tertulias informales una peculiar consulta popular que se celebró en Betanzos cuando un aspirante a diputado en el fragor del mitin que daba en la ciudad preguntó al nutrido auditorio: “betanceiros, ¿qué queredes?”. El respetable contestó con fervor: “que suba o pan e baixe a caña”.
Me acordé de esta leyenda urbana que, parafraseando el dicho “se non vera e bene trovata”, cuando tuve noticia de la llamada a consulta a los habitantes del pueblo cacereño Guijo de Galisteo y de sus dos pedanías, Batán y Valrío para que decidieran si optaban por destinar los 15.000 euros de presupuesto de sus fiestas populares a mantener los festejos taurinos o destinaban esos recursos a la creación de empleo.
Cuentan las crónicas que el alcalde dispuso tres urnas, una en cada núcleo de población custodiadas por un alguacil y que se habilitaran fotocopias en blanco y negro con las dos opciones: “Toros o Trabajo”. De los votos emitidos en el conjunto de los tres pueblos una mayoría clara, no aplastante, respaldó la suelta de vaquillas para los festejos taurinos, frente una minoría que votó a favor de destinar el dinero a la generación de empleo.
“No participo, porque no creo necesaria esta votación con la situación de precariedad que vive el municipio”, decía un vecino. Puede que tenga razón, pero el hecho cierto es que esta consulta situó en el mapa a Guijo, Batán y Valrío que fueron la atracción de medios de comunicación y de vecinos de las poblaciones colindantes que dejaron algunos euros en esos pueblos.
El azar quiso que esta consulta popular coincidiera con la semana económica más dramática para el país, que caminó durante esos días sobre el filo del rescate con todos los indicadores económicos por los suelos y sometido a fuertes presiones por parte de de Alemania y Bruselas.
Por eso, el periódico inglés, The Guardian publicó en lugar destacado que “un pequeño municipio del este de España ha dado la espalda a la austeridad y votó para que el dinero del ayuntamiento se gaste en las corridas de toros en lugar de puestos de trabajo”. Seguramente también sería muy expresiva la cara de la canciller Merkel al conocer el resultado de este referéndum.
Pero ya se sabe que los ingleses exageran y los alemanes son un poco tristes. Ni unos ni otros entienden nuestra peculiar idiosincrasia que sabe “andar a dos velas” y conservar fiestas y tradiciones en todo su esplendor. Como hacían los hidalgos venidos a menos que mantenían su dignidad y prestancia.
