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CUANDO EL DINERO NO ENTIENDE DE PATRIAS

Artur Mas es un individuo que, si no existiera, habría que inventarlo. En realidad, no es único, hay unos cuantos más como él, pero forma parte de esa categoría escasa de personas que son capaces de darle la vuelta a la realidad hasta tal punto que lo negro se convierte en blanco, mientras el resto de los mortales no solo les dan la razón sino que se hacen cruces por haber sido tan burros y no darse cuenta antes de la realidad.

Solo así se entiende que tras la aparición de informes policiales en los que se asegura que posee cuentas con importantes cantidades económicas en paraísos fiscales, no sólo siga aspirando a presidir a los catalanes, sino que, además, tenga más posibilidades de obtener mayoría absoluta.

Más convirtió la denuncia en un ataque de “las cloacas del Estado” (español, por supuesto) contra su noble intención de llevar a Catalunya hacia la independencia. Y, a estas alturas, son legión los catalanes que se sienten agraviados y violentados por las informaciones que publica un diario (madrileño, ¿como no?) contra su molt honorable president. Nadie se cuestiona si es verdad o no lo que se publica, el aborregamiento es tal que se da veracidad solo al testimonio del político que, en cualquier otro lugar del mundo (excepto Lugo), ya tendría que haber dimitido.

Por lo tanto, a tenor de lo expuesto, solo los catalanes no saben que, supuestamente, Convergencia es una especie de cueva de Alibabá en la que el peaje pagado por los promotores era del cuatro por ciento y, a cuenta de ellos, unos cuantos disponen de importantes cantidades de dinero en paraísos fiscales y no en la sucursal de La Caixa de la esquina, que sería lo suyo, ya que tanto presumen de hacer país.

A otro nivel, algo parecido sucede con el Nunca Máis y su insistencia en hacer responsable único de la tragedia del “Prestige” al Gobierno de José María Aznar. Su fijación es tal que están convirtiendo en un mártir a Mangouras. Ese capitán que navegaba en un barco que, por su deplorable estado, no podía entrar en puerto en al menos 25 países. El mismo que puso todo lo que estaba en su mano para impedir el remolque del buque temiendo que luego le pasaran la factura, pues lo están convirtiendo en un amable viejecito víctima de una conjura facha-masónica, en inocente cabeza de turco.

Sin lugar a dudas, en el banquillo no están todos los que son. Faltan muchos y no necesariamente miembros del Gobierno español. Tal vez se eche en falta la presencia de las aseguradoras que certificaron la navegabilidad de aquel cascarón o la del fletador, oculto bajo cien banderas de conveniencia en esos paraísos fiscales que tanto gustan a Mas.

Desde luego, el Gobierno no gestionó bien la crisis. De hecho, es difícil imaginar que se pudiera haber hecho peor, pero aquel Ejecutivo no fue el responsable del accidente.