CéSAR ANTONIO
Más coruñés que el Obelisco, escritor de contrastada categoría, exministro de Cultura, autor de libros y artículos de consumado valor intelectual, el polígrafo César Antonio Molina vuelve al viaje y la reflexión con su obra “Donde la eternidad envejece”, un testimonio del “cambio de civilización” actual. Este notable coruñés –filántropo del libro– ha hecho unas recientes declaraciones que no tienen desperdicio.
De su desprendimiento, generosidad y facundia intelectual sabe mucho la Biblioteca de la Diputación de La Coruña, a la que no para de hacer donaciones. Durante su etapa de ministro, se esforzó por dar a La Coruña cuantas ayudas pudo. Y dice: “Cuando más lees, más cuenta te das de lo poco que has leído. La vida es corta y hay mucho”
César Antonio es un todo terreno de la cultura: ha dirigido el Círculo de Bellas Artes, el Instituto Cervantes y ha sido, es, un viajero inagotable: Italia, Turquía, Egipto, Alemania, Francia han sido recorridas por este campeón del conocimiento. Y de todas ha sabido extraer inigualables piezas literarias.
Ahora publica su quinto libro, “Donde la eternidad envejece”. Matiza: “Es un género que se remonta a Ovidio, cuando es exiliado y escribe ese libro donde reúne poemas, reflexiones, cartas, memorias”. César Antonio Molina tiene un ático, con frases de Montaigne, donde junta sus lecturas favoritas. Es una de las dos bibliotecas que ha ido haciendo junto a Mercedes Monmany.
La otra la tienen a las afueras de Madrid. Una casa con un espacio amplio en el que han ido levantando estanterías, baldas y donde se juntan libros, cuadros, cartas, recuerdos, aquello que va dando personalidad.
La tercera es la Biblioteca de la Diputación de La Coruña. Allí tienen una sala con su nombre. Un lugar donde van enviando volúmenes, títulos, para que se pongan a disposición pública, y que es su verdadero legado.
César Antonio está contra la “profesionalización” de la carrera política. Y dice: “Sócrates era un intelectual y una persona política, y lo pagó. Igual sucede con Jenofonte, Cicerón o Séneca, que sabemos cómo acabaron”. Cuando en el curriculum sólo figura ser ministro y no haber sido, algo antes. Eso es terrible.
