CONFUSIÓN
Aunque no es época de grandes debates, por lo que se refiere a la profundidad de los mismos, sí lo es de polémicas y disputas casi continuas, sobre temas que no dejan de serimportantes y decisivos. Así ocurre con todo lo relacionado con la dignidad y los derechos de la mujer, que en muchos países sigue siendo por desgracia uno de los estigmas más dolorosos de la humanidad. No faltan noticias cada día que nos demuestran, incluso en nuestro entorno, lo mucho que todavía falta por recorrer para salir al paso de tanta indignidad y tanta injusticia.
No digamos nada de los países y de las ideologías que propugnan, no ya discriminación, sino la vejación y el sometimiento. Incluso estados como Turquía, a caballo entre Oriente y Occidente, con aspiraciones a formar parte de la Comunidad Europea, son noticia porque sus dirigentes predican sin ambages la discriminación de la mujer. De hecho, no hace mucho tuve oportunidad de escuchar, con enorme desagrado, noticias relacionadas con los planteamientos discriminatorios por parte de un personaje tan importante como el actual presidente turco.
Con todo, no fue solo lo relacionado con la situación de la mujer en aquel país lo que llamó mi atención de forma negativa, mi desazón aumentó por la manipulación que de la noticia se hacía por quienes la trasmitían.Entre los argumentos para condenar las actitudes machistas del dirigente turco, que todos suscribiríamos, se mezclaba sin embargo un tema mucho más complejo y doloroso, que no sólo afecta a la dignidad y los derechos de la mujer, sino al de todo el ser humano en general, como es el aborto, donde están en juego los derechos del no nacido, sea hombre o mujer, una vez concebido.
No es legítimo mezclar cosas diferentes, que solo tienen relación en apariencia o, como mucho, parcialmente, como son la igualdad de la mujer y el aborto; más bien se trata de una manipulación. Y es que, sembrar la confusión, puede convertirse en costumbre y práctica falaz, para argumentar de forma demagógica en favor de determinadas opiniones, que no serían defendibles, o no lo serían tanto, si no se mezclaran con otras en las que todo el mundo estamos de acuerdo.
Como ya he tenido oportunidad de manifestar más de una vez, para mí el del aborto no es un tema más, sujeto al devenir de leyes y opiniones, es el problema mismo de la vida y de la muerte, ante el que mantengo, creo que con toda legitimidad, una actitud personal bien definida de defensa de la vida desde el primer momento de la concepción. No creo, por otra parte, que esta sea una actitud machista y, mucho menos, un ataque la dignidad o la igualdad de la mujer.
