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“Os pido una victoria amplia porque ese sería el mejor mensaje que España puede dar a Europa, a los mercados y a los de la prima de riesgo”, decía el candidato Rajoy en el cierre de la campaña electoral de hace un año en Madrid. Y el pueblo español le otorgó una mayoría tan holgada como él soñaba y quería.

Un año después aquella victoria aplastante, lejos de servir como aval para la recuperación económica supuso un baño de realidad para el partido gobernante y para su líder puesto que la llegada al poder no consiguió transmitir a “Europa, a los mercados y a los de la prima de riesgo” la confianza y seguridad que demandan quienes manejan recursos económicos y buscan lugares seguros para invertirlos.

Es cierto que la herencia recibida por este Gobierno estaba envenenada. Pero, pese al plan de reformas y a tantos ajustes y recortes –o quizá debido a ellos– las cosas fueron a peor y no hay un solo dato económico -salvo las exportaciones- que apunte alguna mejoría. El país está en recesión y al borde del rescate, el paro alcanza su nivel máximo, el objetivo del déficit está en el aire, la precariedad laboral afecta a la mayoría de los trabajadores que, además, pueden ser despedidos con facilidad gracias a la reforma laboral, veinte millones de españoles viven con menos de 12.000 euros al año, según el informe de los técnicos de Hacienda y todos somos más pobres. Agrava más la situación el hecho de que los pronósticos a corto plazo indican que no habrá mejoría en las principales magnitudes económicas del país –crecimiento, paro, déficit público– hasta dentro de dos años.

Naturalmente, la crisis económica aumenta la tensión social e incendia la calle con protestas de todos los colectivos, porque todos fueron “tocados” por el desastre de la crisis. Por si esto fuera poco, al Gobierno se le abrió un nuevo frente con el órdago independentista lanzado desde Cataluña y, en menor medida por ahora, desde el País Vasco.

Crisis económica profunda, crisis social e institucional. ¿Saldremos de esta? El presidente no se cansa de repetir que las reformas de hoy traerán crecimiento y empleo mañana. Pero vista la evolución del enfermo haría bien en buscar ayudas para sacarlo adelante porque en su primer año de mandato, aplicando reformas en solitario, empeoraron las constantes vitales económicas y sociales del país. Parece claro que de este estado de postración solo nos puede sacar un “equipo médico” integrado por todas las fuerzas políticas y sociales.