CUNQUEIRO
Es obligado referirse al centenario de Álvaro Cunqueiro. Autor que abarcó todos los géneros –narrativa, teatro, poesía, periodismo– y supo conciliar en la magia inaccesible de su pluma sus entrañables idiomas, español y gallego. Revistas, estudiosos, investigadores y comentaristas abren puertas a su perenne actualidad. Tal como ratificó en el epitafio de su tumba depositándolo como dulce pájaro de juventud: “Eiquí xaz alguén que coa sua/ obra fixo que Galicia durase mil primaveras máis”.
Una insólita ventana para escarbar en la añoranza del recuerdo. Vivir el presente, ahondar en el pasado, pavimentar con grandes esperanzas el futuro… César Antonio Molina ha elaborado una magnífica ruta sobre la poesía vanguardista del rapsoda mindoniense. Un río amoroso en cuyos meandros vive la muerte, el tiempo y el amor.
Ahora, también la revista de teatro “Casahamlet” dedica su número trece a Cunqueiro en una portada onírica que tiembla sueños y agitaciones místicas. Editorial. Teorías. Creaciones. Documentación. Capítulos que enhebran las cuentas de un rosario publicado por nuestra Diputación Provincial. “Fundidor de géneros –reza el editorial–, explorador de mundos, navegante de galernas, creador de espacios y de tiempos únicos y múltiples”. Un aprendiz de brujo que dialoga con las meigas y cruza los aires en su escoba turbo-reactora.
Es tiempo de silencio cuando tantos hablan con mayores conocimientos. Quizás, no obstante, convenga aportar nuestro granito de arena al gran fabulador, por boca de Amado Nervo: “Había un monje simple y bueno que, llevado de su caridad, oraba todos los días fervorosamente por que se arrepintiese el diablo y fuese acogido en el seno de la Divina Misericordia… Súpolo el prior y le amonestó severamente. Pero en la noche, el fraile compungido vio lucir una sonrisa en la faz de su crucifijo”.
