O esta fusión de ayuntamientos, o ninguna
Oza dos Ríos y Cesuras quieren pasar a la historia por ser los primeros municipios de la época reciente en fusionarse. Sus alcaldes están decididos, tanto como la dirección gallega del PP, que aspira a que la comunidad autónoma siga sirviendo de ejemplo al resto del país.
Y en este marcar el camino andan en los dos concellos. En uno, Oza, lo tienen más fácil, puesto que el Partido Popular disfruta de una mayoría que más que absoluta parece por unanimidad. Así, por mucho que la oposición patalee, la decisión se toma y apoya por el grupo de Gobierno y se cubre el trámite sin mayores problemas.
Sin embargo, donde pintan bastos es en Cesuras, allí, los populares gobiernan por mayoría absoluta, pero insuficiente para conseguir los dos tercios de respaldo que la ley exige para los procesos de fusión municipal. Y, desde luego, los partidos han encontrado un filón con el hiperlocalismo de quien cree que su municipio puede pasar a mejor vida tras ser absorbido por el siempre odioso/odiado vecino.
Lo que no cuentan los políticos es que, en el fondo, el vecino no se lleva nada porque nada hay, a lo sumo deudas y el convencimiento absoluto de los responsables municipales de que la situación no es sostenible por más tiempo.
Tal vez si se apagan las farolas, se anulan las fiestas patronales, no se asfaltan los caminos y se cierran polideportivos, centros de día y hasta algún local social y vecinal, se podría capear un temporal que amenaza con hundir no solo a estos dos concellos sino a buena parte de esos 315 que orgullosos enarbolan su bandera, muestran su escudo y esconden sus vergüenzas.
Galicia, decía Rivas, tenía un millón de vacas, pero también muchos miles de núcleos de población, decenas de millares de parroquias y aldeas de dos casas para las que resulta fundamental que la pista esté asfaltada y que pase el camión de la basura, aunque sea una vez por semana.
Con el envejecimiento, la Galicia rural, además de incomunicada, se queda aislada y no hay economía que sostenga semejante dispersión, por mucho que se odie al vecino del municipio de al lado.
Lo normal es que Oza dos Ríos y Cesuras terminen por fusionarse. Es lo deseable, lo razonable, lo que pide el sentido común y lo que tendría que ser. Pero no se puede descartar que triunfen las artimañas de tanto pescador en río revuelto.
En ese caso, no solo se habrá perdido una oportunidad única de demostrar una sensatez digna de elogio. Si fracasa la unión no se podrá volver a intentar ninguna otra en años. Eso es lo que nos jugamos todos.
