El legado de Madina
EDUARDO Madina recogió sus cosas del Congreso y se fue a casita, allí en el País Vasco. El íntimo enemigo de Pedro “La sonrisa” Sánchez no solo renuncia a su escaño, sino que también deja la política. Ahora le toca buscarse un empleo, cosa que no le será fácil, porque ha sido un funcionario de la política ya desde antes de tener la edad para figurar en la Encuesta de Población Activa. Estaba destinado a ocupar un papel relevante en el PSOE si Susana “La sultana” Díaz hubiese tomado las riendas en las primarias, pero su derrota lo condenaba a galeras y el podemizado líder socialista no hizo nada por conmutarle la pena; al revés, se la agravó. En su vida privada, Madina es un lector compulsivo y unos días antes de su marcha afirmó en una entrevista: “No se puede dirigir la oposición sin haber leído un libro”, aunque también aseguró que a Sánchez no le recomendaría ningún libro porque “seguro que ha leído mucho”. A veces la cuestión no es haber leído mucho, sino comprender lo que se lee y da la impresión de que el líder del PSOE no ha entendido nada, si es que ha leído algo.
