El monolito de don Francisco
Sé de buena tinta que en cuanto finalicen las obras que lleva a cabo Copasa en el agujero del Parrote (¡tan largo me lo fiáis!), la estatua de la Virgen del Carmen y el monolito en honor de don Francisco Vázquez Vázquez (por este orden) serán repuestos en sus lugares de origen, más o menos.
El monolito en honor de don Francisco Vázquez, alcalde que fue, y muy ilustre, de la ciudad de La Coruña, había sufrido últimamente los desmanes de gamberros irresponsables e insolventes que lo mancharon de pintura y es de esperar que sea reintegrado a su sitio, tras experimentar la correspondiente limpieza.
Lo contrario, significaría un detrimento a la memoria del auténtico conseguidor del gran Paseo Marítimo de La Coruña, paseo hoy tan depauperado que no lo reconocería ni la madre que lo parió.
Y ya que del gran don Francisco estamos tratando, decir que el señor Vázquez es embajador de España de por vida, nunca ex embajador, ya que es una prerrogativa de la que gozan solamente los embajadores políticos, como es su caso.
Añadir que en el Vaticano guardan un recuerdo indeleble y muy positivo de la actuación diplomática de don Francisco cerca de la Santa Sede. Por otra parte, ya se ha dicho por activa y por pasiva que tres personalidades que fueron alcaldes de La Coruña han sido tildados como los mejores oradores, a escala edilicia que tuvo nuestra ciudad a lo largo de su reciente historia. Y estos señores fueron: Manuel Casás, que tiene calle en nuestra capital; Manuel Iglesias Corral, que fue alcalde con la República y el más joven de los que empuñaron el bastón edilicio, y Francisco Vázquez, de cuya capacidad oratoria y buen trabajo como tribuno hay recientísimas pruebas, hasta el punto de que son multitud los coruñeses nostálgicos que todavía claman por el gran hacer edilicio de este coruñés de pro.
