UN AÑO ¿DURO?
Atres días de que 2012 se nos vaya para siempre, a uno le empieza a dar pena que los mayas no tuvieran razón y que haya que seguir tachando días en el calendario. No es por ponerse catastrofista, pero cuando Rajoy anuncia que 2013 será muy duro comienzan los temblores y los sudores fríos. Tal vez hubiera sido mejor que el presidente del Gobierno siguiera aplicando esa política tan suya de dar la callada por respuesta. Incluso podría haber hecho un mayor hincapié en esa segunda mitad del año en la que la situación mejorará.
Pero no, Rajoy ayer se empeñó en darse un baño de realidad por mucho que nos dejara a todos los ciudadanos con el corazón en un puño. Porque, en el fondo, nadie sabe que significa eso de que 2013 será todavía muy duro. ¿Tan duro como para los que perdieron su empleo? ¿Como para a quien le embargaron su casa? ¿Como para los jubilados, que siguen perdiendo poder adquisitivo al mismo tiempo que en su vida entra la palabra copago? ¿Como para los funcionarios, a los que no solo les bajan el suelo o no cobran la extra de Navidad sino que, además, les retienen como si la hubieran percibido? Aunque, si hay suerte, a lo mejor su concepto de duro es como el del alcalde de Ourense, que se tendrá que ajustar el cinturón y bajarse el sueldo unos 800 euros para no superar el máximo que pretenden fijar Partido Popular y PSOE de 67.055 euros. O incluso se refiere a lo mal que lo están pasando los exrresponsables de determinadas cajas que tienen que ir a explicar ante un juez los motivos que los llevaron a fijarse indemnizaciones multimillonarias que, por cierto, cobraron pese a que sus entidades tuvieran agujeros dignos del mejor gruyére.
Hasta Feijóo hace un ejercicio de austeridad y se rebaja el sueldo un 7%, cuatro décimas más que sus conselleiros, que solo verán como sus ingresos merman un 6,6%. Algo que seguro que no tranquiliza demasiado a quienes se sienten próximos a engrosar esa maldita estadística del paro que, en Galicia, ya anuncian que alcanzará el 21%. Es decir, uno de cada cuatro gallegos con capacidad para trabajar no podrá hacerlo no porque no quiera, sino porque no hay empleo. Y mientras tanto, sus señorías pueden jugar en el escaño al Apalabrados con el Ipad que le pagan también los parados con las retenciones que les aplican.
Pero, que duda cabe, seguro que Rajoy considera que el trabajo de los diputados también es muy duro, tanto como el año que nos aguarda a la vuelta de doce campanas.
