Huertas urbanas
Cuando el diablo no sabe qué hacer, se hace nudos con el rabo. Y eso, o algo similar, parece acontecerle, al inefable gobierno municipal en el Ayuntamiento de La Coruña. Prácticamente nadie en la ciudad –a excepción de los conmilitones del PP, lo cual es obvio– está de acuerdo con la forma de gestión que los populares proponen para crear huertas urbanas en nuestra capital.
Para empezar, la propuesta de los conservadores hace prácticamente imposible acceder a esas huertas a las personas cuya situación laboral real es de “puritito” desempleo. Y conste que lo moralmente digno y decente sería darle prioridad a ese amplísimo grupo de parados, como colectivo en riesgo de exclusión social, pero, qué, el alcalde de La Coruña y sus aguerridas mesnadas limita la circunstancia a mayores de 65 años, jubilados e inválidos. Como si los menores de esa edad, por ejemplo, no pudiesen tener hambre, ni derecho a buscarse la vida como buenamente puedan.
Con las limitaciones que quieren imponer los peperos, ciertamente se está perdiendo una gran oportunidad de ofrecer una salida a los desempleados que, eso sí, cuando hubo que votar en y para los comicios municipales, todo eran sonrisas, promesas, ofrecimientos, bondad y semblante –un relleno semblante, desde luego– de Reyes Magos.
Si los del Partido Popular fueran más objetivos, generosos, comprensivos y socialmente aptos para ayudar a sus semejantes, favorecerían la reactivación económica de nuestra capital promoviendo la supradicha actividad primaria, pero no es factible pedirle peras al olmo.
Y, ¿qué me dicen de esa idea, también muy “popular”, de que las huertas vayan a ser gestionadas por una empresa privada con un increíble coste de inscripción?
Investiguen, damas y caballeros, para ver qué sale de todo esto. Tenemos el Gobierno que los gobernantes creen merecer, pero no, nunca el que los ciudadanos nos merecemos.
