Enseñó la patita
Siguiendo el símil propuesto por el señor ministro (“soy como un toro bravo”) me permito añadir que, por fin, y después de varias cornadas a la ciudadanía, enseñó la patita: el asunto de su departamento no es de este mundo. Se tata de salvar a los tiernos infantes de los peligros del demonio y la carne para llevarlos al más allá… Por eso los asuntos de la educación se discuten en los confesionarios.
Se pacta con la Conferencia Episcopal que las asociaciones de padres, los docentes y los propios estudiantes son unos pesados y unos bolcheviques… Además ya dejó dicho aquel –Rafael no, el del mausoleo de Gaiás– que la ley de caza no se consulta a los conejos y perdices…. y es que en eso convertía diariamente a la ciudadanía el susodicho.
Pero volvamos al asunto del ministro y que desvela la prensa con un titular harto elocuente: bla, bla, bla, bla…
Hay quien piensa que al ministro le mandaron “embestir” por ese flanco, para que nadie recuerde los recortes en los comedores escolares, en profesores o el aumento de las tasas universitarias, para no insistir –¡Señor, perdónalos que aunque saben el daño que hacen, prefieren el beneficio que les reporta!– en las subvenciones a los centros concertados, de forma principal a los que controla la iglesia católica, mientras se deja morir, de inanición, a la escuela pública.
Al margen de la intención del máximo encargado de la educación de cuidar las almas de nuestros educandos está la de hacer crecer el capital de los grupos interesados en el negocio de la enseñanza aunque suponga ir contra la educación igualitaria y el pensamiento libre.
Ya le han pedido a Mariano que envíe al corral a su compañero de Gobierno, pues, a las muestras me remito, consiguió una guerra santa y una batalla lingüística en este doliente país.
Por aquí también una autoridad incendió la enseñanza pública a la vez que repartía con generosidad diezmos y primicias a los colegios concertados.
No tienen perdón, ¿verdad? Falso. Los políticos, los poderosos, los ricos, tienen perdón y amnistía. En los últimos diez años 107 malversadores y 25 prevaricadores fueron perdonados, indultados por los últimos gobiernos de España.
No. No mandemos al corral a los –según la última estadística– peores ministros de la historia de España pues luego los amnistían, los indultan.
