Alberto Contador (Tinkoff)inscribió su nombre por tercera vez en el historial de campeones del Giro de Italia después de sus victorias en 2008 y 2011, aunque de esta última fue desposeído por dopaje.
Todos los corredores de su equipo lucieron ayer manillares de color rosa y el propietario, Oleg Tinkov, se tiño el pelo del mismo tono para celebrar el triunfo del pinteño, que ha participado tres veces en la carrera italiana y en las tres ha terminado como ganador. El positivo en un control de dopaje durante el Tour le privó de un Giro (2011) y una ronda francesa (2010).
Con este nuevo triunfo, Contador ya tiene siete ‘grandes’ en su hoja de servicios: tres Vueltas (2008, 2012 y 2014), dos Tours (2007 y 2009) y dos Giros (2008 y 2015).
La última etapa de la ‘corsa rosa’, un mero trámite, como es tradicional en las grandes rondas ciclistas, tuvo como ganador al belga Iljo Keisse (Etixx), que cubrió los 178 kilómetros entre Turín y Milán en 4h 18:37 y batió a su compañero de fuga, el australiano Luke Durbridge (Orica). Ambos llegaron 9 segundos por delante del pelotón.
El camino de Contador hacia Milán no ha sido precisamente de rosas. Las caídas y las averías mecánicas fueron parte de los obstáculos que tuvo que solventar. Las angustias comenzaron en la sexta etapa, cuando, vestido de rosa, un aficionado lo derribó al hacerle una foto a pocos metros de la meta de Castiglione. Consecuencia: el hombro izquierdo dislocado.
Pero no arrojó la toalla. Tiene un don especial para soportar el dolor. Aunque renqueante, lejos de abandonar, en la jornada más larga, 264 kms, entre Grosseto y Fiuggi, sacó a relucir la casta de los campeones y, a pesar de los problemas, en todo momento estuvo pegado a la rueda de sus más directos rivales, el italiano Fabio Aru y Mikel Landa.
En la 13ª etapa, Contador se vio involucrado en una caída masiva a tres kms para Jesolo y se quedó cortado: fuerte golpe en la pierna izquierda y pérdida del liderato a manos de Aru. Un revés que solucionó al día siguiente, en la crono de 59 kms, dando una exhibición. Su otro momento de apuro fue en la penúltima jornada, pero los 4:37 que le separaban de Aru fueron su red de seguridad.
