
Miguel Alvariño pisa fuerte en su camino hacia los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. El deportista pontés hizo ayer historia al inscribir su nombre como el primer campeón en la prueba de tiro con arco recurvo de los recién estrenados Juegos Europeos. El joven arquero del Sílex corroboró así los augurios que lo situaban en Bakú en el mejor momento de su corta carrera deportiva, avalado por dos magníficas actuaciones en sendas Copas del Mundo pero, sobre todo, por una incuestionable hambre de victoria que no ocultaba a nadie. “Voy a por medalla”, advertía hace diez días, antes de partir hacia la cita azerbaiyana. El pasado viernes cumplió su palabra, colgándose la plata por equipos y ayer, con su magnífico oro individual, reivindicó su nombre como el de uno de los valores emergentes de la disciplina.
Miguel Alvariño hizo un campeonato impecable, en el que fue de menos a más. Su “round” fue bueno, pero sin estridencias –acabó duodécimo–, pero a medida que fue superando eliminatorias se fue creciendo. Tras ganar el sábado en la primera ronda al noruego Hagen, ayer arrancaba los dieciseisavos de final superando por la vía rápida al belga Robin Ramaekers. No le dio tiempo a nada, ya que en tres sets se vio fuera de la competición (6-0) ante la eficacia de un Alvariño que hizo pleno en la primera entrada y cerró el emparejamiento sumando siete de los nueve dieces posibles.
El pontés es de esos deportistas que se crecen ante las adversidades y en los cuartos de final lo demostró ante el número 3 del ranking mundial, el alemán Florian Kahllund. Su adversario lo arrolló en el más flojo de todos los sets que Alvariño disputó ayer –“solo” sumó 26 puntos– pero, lejos de venirse abajo, el de Espiñaredo contestó con un pleno y, a partir de ahí se envalentonó, llevándose un meritorio triunfo (7-3) que, de hecho, selló con un nuevo 30.
La eliminatoria más reñida, sin duda, la disputó en cuartos ante precisamente el deportista que le arrebató el oro por equipos, el ucraniano Ivanytsky, ante el que tuvo que recurrir a la flecha de desempate. En ella, ambos marcaron un nueve, pero la de Alvariño se quedó más cerca del centro por escasos centímetros, lo que le dio la victoria (6-5) pero, sobre todo, lo ratificó en su idea inicial: la medalla estaba a su alcance.
Afinando su precisión superó ante el polaco Naploszek una semifinal más reñida de lo que apunta el marcador final de 7-3 y se plantó en la lucha por el oro ante el holandés Sjef van Den Berg. Un emparejemiento que, aunque empezó igualado, pronto comenzó a desequilibrarse a favor de un Alvariño más “fresco” física y mentalmente, que supo mantener su nivel de precisión. Después del empate inicial, el pontés se llevó los dos siguientes sets y se plantó en la cuarta entrada consciente de que, si la ganaba, sería la última. El diez con el que la comenzó le dio la iniciativa y el que “se marcó” para sentenciarla (7-1) lo coronó como el primer hombre del momento en el tiro con arco recurvo europeo.