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Ferrol

El gobierno antes del gobierno

El nuevo gobierno de Ferrol deberá constituirse el sábado 13 de junio pero cuando llegue allí tendrá tras de sí una mochila que se habrá ido cargado de piedras durante tres semanas, desde las alegrías de la noche electoral. Las presiones de sectores que esperan una respuesta inmediata a sus reclamaciones –apoyadas estos años por la oposición que ahora las tendrá que gestionar en el poder–, las declaraciones del futuro alcalde sobre sus planes –que han provocado reacciones que aun colean–, las dificultades que siempre entraña lograr un gobierno de coalición, los desencuentros públicos más o menos aplacados con el BNG y la propia exigencia para estar a la altura de su programa y de las expectativas creadas en la provincia respecto a las “mareas” han cargado la agenda política de una actividad frenética y de sustos y vaivenes.
A esto se suma un lastre histórico para los gobiernos de coalición en la ciudad, que han ofrecido episodios variopintos de luchas, tensiones y rupturas. Si ya en la propia noche electoral un destacado político popular vaticinaba “cuatro años de hundimiento”, en estos días previos a la toma de posesión se hacen apuestas sobre cuánto durará el pacto de gobierno. El propio Rey Varela, en el análisis que el PP hacía del resultado electoral, se refería al “desgobierno de la coalición”.

¿quién dijo miedo?
Desde Ferrol en Común, que como segunda fuerza del arco municipal y primera de la izquierda toma la iniciativa para formar gobierno, sigue la ola de optimismo y el vocabulario se llena de términos como “oportunidad”, “valentía” y “transformación” y se contesta sin miedo –y quizá sin cautela– a cuanta pregunta haya. Y así fue como Jorge Suárez provocó la primera reacción en su contra aun antes de tomar posesión. Su respuesta sobre la posible no financiación pública de los actos religiosos de la Semana Santa, en un programa de radio, tuvo como reacción que la Junta de Cofradías emitiese un comunicado alertando de que, así, incluso se ponía en riesgo la salida de las procesiones en 2016. Los temores sobre el “alcalde comunista” se dispararon. Y las matizaciones de quienes tienen que ser sus socios evidencian que en el día a día habrá que tener en cuenta que FeC tiene solo un concejal más que el PSOE y que se necesitan también los votos del BNG para sacar adelante las propuestas cuando no haya unanimidad.
Y eso mientras se negocia un pacto de gobierno y, en concreto, un programa común, ya acordado, que será el que decida las acciones prioritarias. Y también mientras, a raíz de esas intensas reuniones, se cruzaban declaraciones sobre los mayores o menores puntos de acuerdo.
La percepción desde FeC es la de que cuentan con apoyo popular y la comprensión suficiente como para sacar adelante su programa. La creencia en sus planes de participación ciudadana y de “gobernar obedeciendo” está intacta. Saben, y así lo dijo Suárez en la asamblea abierta de esta semana, que sus primeros meses serán vitales, tanto como para marcar su supervivencia como proyecto político.

las urgencias
La plataforma contra la tasa de saneamiento ya ha llamado a la puerta. Esta misma semana pedían al alcalde saliente que paralizase cualquier acción respecto a sus reivindicaciones para dejar estas decisiones (dar información al Valedor o enviar las contestaciones negativas a las reclamaciones) en manos del nuevo gobierno, activo hasta ahora en su respaldo a las protestas ya que, de hecho, son miembros del colectivo. Creen que la nueva corporación va a anular el cobro de la tasa pero lo que Suárez ha anunciado es que se hará un informe jurídico para comprobar si es legal devolver lo pagado a aquellas personas que no están conectadas a la red.
Los animalistas de la asociación Libera también hacen sus recomendaciones y acaban de pedir que se elabore una nueva ordenanza de protección animal en la que participen colectivos y ciudadanía y que Ferrol se declare una “ciudad amiga de los animales”. Precisamente las reclamaciones de los dueños de mascotas a la ordenanza actual (que consideran muy restrictiva) llegó al pleno de la mano de Esquerda Unida, ahora integrada en Ferrol en Común y formación política a la que pertenece el nuevo alcalde.
Los vecinos que reclaman la devolución de los montes de Cha, en Brión, también recabaron el apoyo de los partidos en campaña (en este caso destaca el respaldo del BNG) y sus reivindicaciones siguen pendientes. La situación laboral de los trabajadores de FIMO (con varias nóminas adeudadas y en un limbo legal) ha sido denunciada con indignación por quienes ahora pasan al gobierno. Los comerciantes quieren que se apliquen las medidas en marcha para el aparcamiento en superficie en el centro, el Ateneo espera apoyos para poder recuperar su patrimonio de la empresa guardamuebles, los opositores al trazado sur del ferrocarril al puerto exterior aguardan novedades que paralicen el proyecto y, así, toda una lista de cuestiones pendientes para unos políticos que siguen en la calle, respaldando acciones como la protesta de los trabajadores de Los Telares o la de los sindicatos del Sergas en contra del cierre de camas en verano.
Cuánta paciencia tendrán estos colectivos y si hará más daño el fuego amigo que el de la oposición son algunas de las incógnitas del futuro mandato. Lo que parece claro es que los cien días de cortesía han pasado ya a mejor vida.