La zona rural del municipio ferrolano constituye un importante núcleo de producción de madera. Toneladas de eucaliptos y pinos, mayoritariamente, son extraídas anualmente de los montes localizados en las diferentes parroquias del rural, con el consiguiente beneficio económico derivado del proceso. Pero no todo son ventajas a la hora de realizar este tipo de tareas. Así lo atestiguan desde las comunidades de montes de la ciudad, algunas de las cuales denunciaron públicamente en más de una ocasión, ante las administraciones pertinentes, los daños ocasionados por algunos maderistas en el proceso de la tala y transporte de la madera.
Los caminos sin asfalto por los que se accede a buena parte de estos montes son los principales perjudicados. El paso de la maquinaria para cortar y transportar las toneladas de madera cortada lo sufren directamente ese tipo de vías, que en ocasiones, según denuncian los afectados, quedan totalmente intransitables durante meses. Pero la situación se complica considerablemente en la temporada de invierno. Y es que cuando se cortan árboles en los montes, las pistas quedan hechas un barrizal que imposibilita el paso tanto de vehículos como de personas.
El concejal de Zona Rural, José Polo, reconoce la situación y es consciente de los destrozos derivados de la tala de grandes superficies arbóreas en el rural. “Cuando llueve el agua queda estancada en los canales que dejan los tractores al pasar cargados y eso destroza los caminos”, asegura. El edil incide en que el gobierno local trabaja para tratar de evitar, en la medida de lo posible, los daños ocasionados y, en caso de que se produzcan, que se proceda a subsanarlos. “Tratamos de ir detrás de la gente que corta árboles sin permiso y de que los caminos queden en el mismo estado en que se encontraban antes de realizar las talas”, explicó Polo. Para intentar que se cumpla la normativa vigente –el Concello dispone de una ordenanza específica para regular las actividades en montes y espacios forestales– se exigen una serie de fianzas a los maderistas en el momento de solicitar el pertinente permiso de tala y que no se devuelve en caso de que se detecten daños derivados del proceso. Los agentes de la Policía Local, tal como explicó el edil, se encargan de redactar informes sobre el proceso de tala, desde el inicio hasta el final del mismo, para dejar constancia de modo oficial de cómo estaba la zona y cómo queda al finalizar las tareas.
Además de las pistas forestales, las propias carreteras de la zona rural sufren también en determinadas ocasiones los efectos del paso de los camiones cargados con la madera. Algunas de estas vías son titularidad de la Diputación y las comunidades de montes comunicaron por escrito a la mencionada administración esos daños pero, según indican, no recibieron respuesta alguna. Colectivos de la zona rural denuncian que “estas cosas el Concello las ve todos los días, pero no hacen nada por solucionarlas”.