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Lamentable triste remedio de un “Lepanto” lejano

Desde los encuentros bélicos de aquellos remotos (Alesia, Alejandría…) o más recientes pasados (en tierra Navas de Tolosa, Numancia… y en la mar Trafalgar, Lepanto, La Invencible…) hasta los tiempos actuales, los modos de dirimir las contiendas cambiaron mucho.

En aquellos entonces, los Césares, Caudillos, Reyes ,Arzobispos, ocupaban el frente de las expediciones y eran los primeros en tomar parte en las batallas, ya fuesen en tierra o navales, con sus cascos, sus escudos, sus caballos… o con trabucos, artefactos incendiarios, abordajes y sangrientos “cuerpo a cuerpo”.

Hoy, por el contrario, los Putines, Netanyahus, Trumps, Macrones o incluso nuestro Pedriño…, “ordenan y mandan” sentaditos en sus dorados acomodados sillones, desde los que, algunos, dizque tienen capacidad y posibilidad de enviar, contra el enemigo o el mundo entero, artefactos nucleares y otros con indescriptible poder destructor. Por eso suelo decir que hoy estamos “en manos” de media docena de cerebros descerebrados, que son los causantes de horribles sufrimientos en la Humanidad, debiendo ser, por el contrario, personas neutras, equilibradas, transparentes…, quienes tengan y deban tener la responsable capacidad de conducir a sus respectivas sociedades y al mundo entero en su caso, a decisiones y actos de convivencia en adecuadas armonía y paz. Y al día de hoy, no son emisarios en relevo de cabalgaduras los que llevan los mensajes al contertulio, al enemigo; no. Hoy, como es de sobra conocido, son las redes, internets, ondas espaciales…, las encargadas de mantener conversaciones, acuerdos o desazones, determinaciones o silencios preocupantes…, que repercutirán en sentidos varios, hacia todos aquellos que pueblan sus naciones o la humanidad entera. Pues en esas conversaciones, es donde se debe llegar a los acuerdos positivos, las avenencias, la búsqueda y consecución de senderos que conduzcan a las llamadas de la paz. Y si hacen falta o conviene como en Egipto, entre israelíes y palestinos, contactos personales, rara que, en avenencia y cesión por ambas o más partes, se alcancen determinaciones que conducen a las paces tan deseadas, sean ellos bien venidos.

Pero las “comisiones, que más que de paz, son revolucionarias”, los bloqueos marítimos que resultan aun más explosivos, el envío de barquitos a modo de remedo de aquellos “Lepantos” que uno en la historia refresca, con o sin cañones pero incitadores…, resultan, como se demuestra, más excitantes al mal, que calmadores de dolorosas tensiones. Y lo pagamos todos. En sufrimientos y en dinero, para los más, fruto de muchos sudores con grandes sacrificios.

Sean pues tomados buena nota y buenas direcciones para el presente y los futuros, huyendo de los tristes y lamentables aplastantes pesos del pasado para no repetirlos: de los “bloques”, los muros, las dos Españas…, y abriendo cauces a futuros esperanzadores. Así sea.