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La burbuja en la que habitan nuestros gobernantes nos está asfixiando. La carga fiscal es brutal y no se cansan de apretarnos. No sienten dolor ni tienen empatía. Se refugian siempre en la macroeconomía que, cuando va bien, les sirve para salir en los medios, pero no llega a la ciudadanía y cuando va mal les sirve para explicarnos que deben recaudar más. Al final, siempre pagamos los mismos. El anuncio del gobierno central de la salvaje subida de la tasa de basuras es la última vuelta de rosca que nos han dado. Subidas de hasta un cien por cien en algunos casos y del treinta en el mejor de los casos. Nos dicen que es una exigencia de Europa y lo explican porque “hay que pagar la agenda 2030”. De cada euro que entra en nuestros bolsillos más de la mitad se va para impuestos porque usted y yo, desde que ponemos un pie en la calle empezamos a pagar impuestos. En el café que tomamos, en el aperitivo, en el restaurante y en cada compra que hacemos. Cuando repostamos en el coche, cuando lo aparcamos, cuando compramos una casa y cuando la vendemos, cuando falleces también pagas impuestos. Para edulcorar esta masacre fiscal, de vez en cuando anuncian que subirán los impuestos a los ricos, ¡cuidado!, cada vez que anuncian esto es que viene una subida generalizada para todo quisque porque ellos saben que los impuestos que recaudan son los que afectan a la mayoría social, lo de los ricos es una cortina de humo que solo pretende despistarnos. La inflación es el gran impuesto a las clases trabajadoras, como a los progres les gusta llamarnos, pero es lo que encarece la alimentación y los servicios más básicos que nos afectan a todos. Los hogares españoles tienen dificultades para llegar a fin de mes, para llenar la nevera o para mantener a nuestras familias. 

Curiosamente estamos en récord de recaudación, el estado se está forrando y, en paralelo, la deuda pública no para de crecer, es decir, el gobierno que más recauda sigue gastando más de lo que ingresa y cargando nuestra “mochila” y la de nuestros hijos que, ya al nacer, nacen con un “pufo” bajo el brazo. Tristemente Carmen Calvo, la que fuera vicepresidenta del gobierno de Sánchez, dijo verdad cuando aseguró que “el dinero público no es de nadie”, así debe de entenderlo Sánchez, aunque el resto de los humanos no lo entendamos. Esa deuda salvaje se tendrá que pagar y seremos nosotros los que haremos frente al pago de la misma. ¿Cómo? Pues a base de subirnos los impuestos. Es doloroso ver como los corruptos a la sombra del poder se llevan las “chistorras”, las “lechugas” y “los soles” mientras nosotros sufrimos y nos endeudamos para tapar el agujero que otros crearon. Después del atraco que supuso la entrada en el euro que empobreció a la clase media, recuerden que el café que costaba noventa pesetas, en veinticuatro horas pasó a costar ciento sesenta y seis pesetas al cambio y nos lo tragamos con naturalidad y así con todo. Hasta con el agua nos estrujan, dicen que el agua es gratis, que lo que cobran es la gestión, otra mentira, te cobran en función del consumo, aunque lo disfracen como gestión.

Cada día se inventan algo nuevo para vaciar nuestros bolsillos, la ORA por aparcar, el IBI, el catastro, la contribución, el IVA, etc. etc., todo les vale. No viven nuestra realidad, están por encima del bien y del mal y su vida de lujo, ¡también se la pagamos nosotros!