Voluntarios de Protección Civil, grandes desconocidos pero siempre presentes
Están en cada evento para velar por la seguridad y garantizar una respuesta ante las emergencias

Los caminos que más marcan la vida se cruzan, en ocasiones, por mera casualidad. Así le ocurrió a Iván Mariño, actual presidente de la Agrupación de Protección Civil de Narón, que entró hace seis años en la organización casi por accidente. “Me avisó un amigo: necesitaban gente para un evento grande del ayuntamiento y me pidió que echara una mano. Fui, me gustó y me quedé”, recuerda entre risas.
De esta forma, la colaboración se trasformó en compromiso, en el que tampoco faltaban los retos. Había que revitalizar una entidad que, a pesar de estar siempre al pie del cañón, sigue percibiéndose socialmente con cierto desdén. “Antes se asociaba Protección Civil a los aparcacoches de los conciertos y poco más. Queríamos profesionalizarla, hacer algo más serio y visible”, explica Mariño. Hoy, sin embargo, dirige un equipo de 84 voluntarios que representan un abanico generacional único: desde jóvenes de 19 años hasta veteranos que superan los 70.
“Todos ellos aportan algo diferente”, asegura, y lo hacen con un denominador común que, a su vez, es la propia esencia del cuerpo que conforman: trabajar “por amor al arte”, porque todo salga bien sin esperar que, a fin de mes, eso se refleje en las cuentas bancarias. Codo a codo con bomberos, policía y servicios de emergencia, ellos están “siempre que hacemos falta”.
Y a pesar de que no se pierden una fiesta, prueba deportiva o evento masivo, muchos que los ven en cada cita no tienen muy claro cuál es su labor. La explicación, tal y como asegura Mariño, no es sencilla. “Somos un servicio público que protege a las personas y a los bienes, garantizando una respuesta ante cualquier tipo de emergencia, ya sea natural o causada por el ser humano”, asevera el presidente, que pone el foco en “el riesgo”.
Cuando esta definición se lleva al terreno de juego, la realidad es que este concepto va mucho más allá de lo que cabría pensar en un primer momento. “Un riesgo es la probabilidad de que ocurra algo que cause daño. En otoño e invierno, por ejemplo, las lluvias aumentan el peligro de inundaciones. Revisamos cauces de ríos, acotamos parques y zonas inundables para evitar accidentes”, pero estos también puede surgir de los propios integrantes del evento que están cubriendo.
Fiestas de O Alto
Una de las convocatorias más multitudinarias del concello naronés son, como se demuestra año tras año, las fiestas de O Alto do Castiñeiro, evento en el que el cuerpo ha contando hasta 40.000 personas congregadas. “La gente nos ve con chalecos naranjas y piensa que solo estamos para cortar calles o vigilar eventos. Pero detrás hay un sistema de personas formadas, comprometidas, que creen en la idea de comunidad. Y eso, hoy en día, vale mucho”, remarca.
Así, los desplegados en la zona no sólo están alerta ante situaciones que involucren el alcohol y la excitación propia de la inauguración, para muchos, de la temporada de orquestas, sino que también tienen cabida en eventos deportivos como la reciente carrera 21 leguas de Narón, una convocatoria de 101 kilómetros y 24 horas de duración.
Parece, a simple vista, que son dos fechas que poco tienen que ver entre sí, pero “en estos dispositivos montamos puestos de atención sanitaria, controlamos accesos y colaboramos con los equipos de seguridad y rescate”, resume Mariño.
Servicio sin protagonismo
Teniendo en cuenta el esfuerzo y las horas invertidas –sabiendo que una gran parte son durante los fines de semana y festivos y, además, en horario nocturno–, el responsable insiste en que lo que propicia el funcionamiento de este engranaje es la vocación. “Ser voluntario es dar tu tiempo sin esperar nada a cambio. Es dedicarlo a los demás sabiendo que nadie te lo va a pagar, pero que, de algún modo, la sociedad entera se beneficia”, asegura.
En este sentido, además, pone en valor que este valor personal va mucho más allá. “En un mundo donde cada vez estamos más desconectados, el voluntariado te devuelve la sensación de pertenencia. Te hace ver que hay cosas que solo funcionan si todos arrimamos el hombro”.
Pero más allá de los eventos que exija la apretada agenda naronesa, el trabajo continúa.
“Seguimos haciendo revisiones de material, mantenimiento de vehículos o formaciones. Siempre hay algo que hacer”, comenta entre risas. Y a pesar de que el cansancio se deja entrever –puesto que aquellos que integran este colectivo lo compaginan con sus trabajos, familias, amigos y aficiones–, Mariño tiene claro que “al final, esto te engancha. Hay días duros, pero también mucha satisfacción. Cuando ves que una intervención ha evitado un accidente o que alguien te da las gracias por lo que has hecho, te das cuenta de por qué estás aquí”.
Futuro
Por eso no es de extrañar que, a pesar de que la temporada “dura” esté concediendo un respiro, en Protección Civil ya están con la mirada puesta en el futuro. Los próximos dipositivos están orientados a las festividades que aún le quedan por celebrar a la localidad, así como para asegurarse de que las pruebas deportivas salgan bien. Además, se mantienen en barbecho los habituales planes con motivo de viento y lluvias porque, a pesar de que en lo que va de mes ha acompañado el sol, “nunca sabes cuándo va a hacer falta actuar, pero siempre hay que estar preparados”, reflexiona Mariño.
Para tener esta capacidad, los miembros están continuamente fomándose. “Una de las ventajas es la formación: cursos sanitarios, de rescate, de emergencia… A través de la Academia Galega de Seguridade o del propio ayuntamiento tenemos acceso a una preparación muy completa”. Y no es de extrañar, puesto que al año, Protección Civil participa en cerca de 150 operativos.
Teniendo en cuenta los números, la logística es imprescindible. “Hay reuniones previas de seguridad, se elabora un plan donde se determina cuántas personas y qué recursos hacen falta. Luego, en la parte del voluntariado, abrimos un operativo interno para saber quién está disponible, en qué horarios, y a partir de ahí elaboramos un cuadrante. Somos voluntarios. Nadie cobra. Puede pasar que alguien se haya comprometido para un evento y al día siguiente le cambien el turno en el trabajo. Hay que tener paciencia y capacidad de adaptación”
El responsable del cuerpo naronés explica que cada agrupación depende orgánicamente de su administración local, pero las emergencias nunca han entendido de trámites administrativos. “Cuando ves voluntarios de Narón en Ferrol o en otro concello, es porque hay una autorización previa entre ayuntamientos. Nosotros no podemos actuar fuera sin permiso, ya que movilizamos medios públicos”, explica Mariño.
Esto también puede llegar más lejos, en concreto a Valencia. Cuando la DANA asoló la Comunidad, la red gallega, coordinada por el gobierno autonómico, envió material y equipos de apoyo hasta el Mediterráneo. “La Xunta recibe las solicitudes, pregunta qué medios están disponibles y organiza el envío. A veces toca coger motobombas, palas, lo que se necesite. En esos momentos te das cuenta de que somos un país muy solidario”, afirma.
Esta situación se volvió a vivir recientemente, con los incendios que se sucedieron en la provincia de Ourense, donde el cuerpo hizo una recogida de material. “Siempre hay gente dispuesta a echar una mano. Cada uno tiene sus motivos, eso es así, pero todos comparten una misma actitud: estar ahí cuando hace falta”.
