Se vende Casa Rivera, negocio histórico de Ferrol que aspira a ser un museo de la fiesta de Las Pepitas
Esta mítica casa de comidas situada en plena calle Galiano, que consta de bajo y dos plantas de 200 metros cada una, se vende por 200.000 euros

Han pasado tres años ya desde que Casa Rivera cerró sus puertas pero todavía hoy a Paco Fernández (Ferrol, 1956) se le pone un nudo en el estómago cada vez que pasa delante de la casa en la que nacieron él y sus hermanos, y que fue después el negocio que regentó, siguiendo así los pasos de sus padres. “La verdad es que si puedo bajo por otra calle, no paso por aquí”, asegura, al tiempo que lamenta que Galiano sea una de las vías más castigadas en los últimos tiempos.
Casa Rivera la fundaron sus padres en el año 1955, pero ya antes era una casa de comidas, La Perla, “de las primeras de la urbe naval”, como matiza. Así, sus orígenes como espacio para el buen comer se remontan mucho más atrás de los años 50. “Couce Fraguela, que era un gran cliente, cada vez que venía a comer nos decía lo mismo, que el cartel que teníamos de 1955 se quedaba muy corto, pues el negocio ya era centenario”.
En sus más de 70 años de historia en la familia Rivera, el local creció y evolucionó, adaptándose a tiempos cambiantes. “Hace tres décadas reformamos todo el edificio y decidimos transformar la vivienda familiar de la primera planta en un comedor, ampliando así el restaurante”, rememora Paco “Rivera”, quien asegura que la vivienda perfectamente podría volver a acoger un negocio en el bajo y una vivienda en la primera planta y la buhardilla, que era empleada como almacén.
El propietario del edificio presentó un proyecto en el Concello para transformar el inmueble en museo
Visitar la casa familiar le remueve muchas cosas por dentro a Paco, muchas vivencias en el restaurante pero también en el ámbito familiar. Pero la venta le aportará una jubilación algo más desahogada y también será una ayuda para los herederos de su hermano. “La verdad es que es ahora cuando empiezo a disfrutar algo de la jubilación, ya que al poco de cerrar el negocio caí gravemente enfermo y no ha habido tiempo para nada más”.

Eso sí, el momento actual de asueto lo ocupa yendo a la Escuela Oficial de Idiomas varias mañanas a la semana. “La verdad es que siempre he sido muy rockero pero nunca supe bien lo que decían las letras de las canciones. En la universidad, cuando hice Empresariales, estudié portugués y se me quedó pendiente el inglés, una espinita que ahora intento quitarme”, explica quien fuera el último gerente del establecimiento.
Venta por 200.000 euros
La Venta de Casa Rivera la han fijado en 200.000 euros, aunque se trata de un precio abierto a negociaciones, como bien indica Paco Fernández, uno de sus propietarios. La vivienda está formada por planta baja, donde estuvo siempre la casa de comidas, la primera planta, que se transformó de vivienda a comedor, y la buhardilla.
Un local que, a buen seguro, incontables familias de ferrolanos tendrán en su memoria, como también rememorarán los sabores de Casa Rivera, esas sopas, esos cocidos, esa comida que sabía a hogar y de la que disfrutaban todos, “rojos, de derechas o izquierdas, por aquí pasaron todo tipo de personas, conocidos y no, yo a eso no le hacía mucho caso, porque para mí unos y otros eran exactamente iguales”, explica Paco.
El empresario recuerda con cariño la presencia de Julio Anguita. “Se sentó solo en esta mesa junto a las escaleras y me llamó la atención que era muy menudo, bajo y delgado”. Una mujer que asegura dejó poso en el local fue Cristina Almeida. “En una ocasión se celebraban unos carnavales en el comedor, y el jolgorio que había era tremendo, pero llegó un punto en el que abajo solo se la escuchaba hablar a ella, mujer carismática donde las haya”, recuerda el responsable de Casa Rivera.

Las posibilidades que brinda este local son muchas al tratarse de tres plantas de 200 metros cuadrados cada una, y una pequeña terraza que da a la parte de atrás del inmueble, pudiendo habilitarlo como negocio, como vivienda, ambos, un espacio para oficinas o coworking...
Futuro museo
Muchos recordarán el vínculo de Casa Rivera con la fiesta de Las Pepitas y esas rondas en su engalanado balcón, sin embargo, confiesa Paco que no era él un gran amante de esta celebración, pero la fiesta logró conquistar el corazón de este viejo rockero.
“La verdad es que no fue hasta que me convertí en presidente de los hosteleros cuando supe valorar la riqueza de Las Pepitas, en tanto que es algo que nos distingue de otras ciudades del mundo, es una fiesta única, en una fecha descentralizada en el calendario, con canciones hechas desde Ferrol para las ferrolanas. Pensé que había que explotar esta cuestión mucho más de lo que se estaba haciendo, así que Casa Rivera no podía ser ajeno a ello”, explica. También recuerda que bajo su mandato se le dio pulo también a la creación de un producto gastronómico asociado a la fiesta como son los ya tradicionales bicos.
Su amor por la fiesta fue más allá y el año pasado, animado por las propias rondallas, presentó en el Concello una propuesta para convertir Casa Rivera en museo de Las Pepitas. “Tengo ese sueño en mente todavía, el espacio es más que idóneo para ello, pero ya no depende de mí”, concluye.
