Tonia Vázquez, la ferrolana ilustre que ya reivindicaban colegas como Gloria Fuertes
Se acaban de cumplir cinco años del fallecimiento de la pintora, escritora y profesora, en cuya casa de A Cabana solía organizar veladas con grandes artistas

La digitalización de la realidad humana, presente pero también pasada, ha condenado al olvido la labor de numerosas personas que obraron antes de toda esta revolución, aunque, aquellas que dejaron su impronta física, por ejemplo, en el arte, todavía están a tiempo de ser rescatadas y registradas en esta “nueva” dimensión. En el caso concreto de una artista ferrolana, esta es una cuenta pendiente que se remonta a antes del cambio de siglo, cuando su colega Gloria Fuertes divulgó su reivindicación en prensa: “Ya es hora de que Tonia Vázquez, la profunda poeta gallega, sea conocida en su tierra con la publicación de un gran libro”, proyecto que está en marcha por fin, cuando se cumplen cinco años de su fallecimiento (18 de septiembre de 2020).
El nombre de Tonia Vázquez sí resonaba entre los círculos culturales de la época, ya que una de sus pasiones era ser anfitriona de encuentros con todo tipo de artistas, a los que abría las puertas de su propio hogar, en A Cabana o en Seselle, entre otros, para disfrutar juntos, por ejemplo, de recitales, al mismo tiempo que constituía una plataforma de expresión y un ambiente cotidiano que terminó contagiando de una de sus vocaciones a su descendencia.
“Hay muchísima obra inédita, tanto pictórica como literaria”, destaca su hijo, el escritor José Aguilar, la primera llenando varias habitaciones y la última ya clasificada, a la espera del tiempo preciso para desenpolvarla y sacarla a la luz. Él es quien custodia estas creaciones hasta día de hoy, cuando prevé tener publicado un libro en los próximos meses, “a medio camino entre la prosa poética y la poesía”, como parte de su propósito de revertir el silencio sobre su madre que, también en 2026, incluirá un recital en el Ateneo de Madrid.

Así pues, el trabajo editorial no es el único pendiente para su hijo, que deja constancia de su deseo de realizar una retrospectiva de la obra plástica en Ferrol, concretamente en el Centro Cultural Torrente Ballester, así como en el Centro Galego de Arte Contemporánea —CGAC—, en Santiago de Compostela, donde ya ofreció una de sus muestras más destacadas.
Múltiples caras
Tal como relata Aguilar, Tonia Vázquez “empezó a pintar muy joven, con Tomás Barros”, fundador de las revistas Aturuxo y Nordés, también de origen ferrolano, que a su vez aprendió de Felipe Bello Piñeiro. Debido a esa extensa trayectoria, la artista pudo experimentar con distintos estilos, desde una breve incursión en el realismo a sus inicios, hasta el expresionismo y el surrealismo figurativo, dependiendo de la etapa. Según el momento, cambiaba del pastel al óleo y también “le gustaba muchísimo la técnica mixta”, de la que era gran defensora porque, como creadora, consideraba que le proporcionaba una “amplitud de miras” particular, indica su hijo, trasladando las mismas palabras de su madre.
“Como pintora, también trataba de expresar lo literario a través de los pinceles”, señala José Aguilar, explicando cómo la protagonista interpretaba su universo artístico como un todo, una “continuación”. Además, el dibujo también fue muy importante en su trayectoria, habiendo sido objeto de algunas de sus exposiciones tituladas “Líneas creativas de Tonia Vázquez”, recuerda. Una “inalcanzable sencillez”, según interpretaba Cachita Núñez, que “sólo los elegidos poseen”.
Su legado no se limita al mundo del arte, ya que además de haber impartido docencia en distintos centros educativos de la ciudad, Vázquez dejó huella en lo que hoy no se duda en llamar feminismo, sobre todo gracias a que gozó de una posición socioeconómica privilegiada que no era habitual para las mujeres de la época. En este sentido, participó en distintos actos sobre la temática, como un ciclo cultural organizado por la SCRD Ferrándiz, en Caranza, con Blanca Quintanilla y Carmen Conde.
Según recordará siempre su hijo, la ferrolana fue una “adelantada a su tiempo” que, dejando a un lado sus múltiples caras artísticas, fue defensora de la transformación a nivel académico y reivindicaba el papel social de las mujeres tanto en sus escritos como en sus ponencias.
