Mi cuenta

Las notificaciones están bloqueadas. ¿Cómo desbloquear?
+Deportes

Santi González: “Chat GPT decía que era imposible que acabásemos la prueba”

El debutante y “finisher” en las 21 Leguas de Narón anima a todo el mundo a participar 

El local ya prepara su próxima participación en esta y otras citas
El local ya prepara su próxima participación en esta y otras citas
Emilo Cortizas

No pasaron ni cuatro días desde su estreno en las 21 Leguas de Narón y Santi González ya está pensando en la siguiente. No sólo en su próxima participación –que ya da por hecho y espera que algún que otro amigo más– en la afamada competición naronesa, sino en retos mayores, mucho mayores. Y lejanos, mucho más lejanos. “Hay una en Sudáfrica que es una locura”, cuenta entre risas y, en principio, de broma, después de recalcar varias veces y sin ninguna duda, que la competición local “es para repetir”. 

González realizó el trayecto establecido en bicicleta, y lo hizo mano a mano con uno de sus compañeros de entrenamiento y amigo, Rafa Rivera, entrando a la par en una línea de meta en la que le esperaban sus hijas Catalina y Olivia y su pareja Carla.

Una espera que se alargó hasta poco más de diez horas, lo que tardó en realizar el recorrido. Eso sí, con una bicicleta especialmente “tuneada” para la ocasión por sus pequeñas, con unas pegatinas muy especiales y una pancarta preparada para la ocasión. “Eran unos corazones de purpurina y ponían sus nombres”, relata González, recordando ese ya inolvidable momento en el paseo de Xuvia.

Para ese final, hubo antes un principio. Uno que comenzó con el empujón de unos amigos y salpimentado con las dudas sobre su capacidad para completar el trazado. “¡Es que era la primera prueba en la que participaba en mi vida!”, relata este arquitecto sobre dos ruedas. “Los entrenamientos al final son en torno a cuatro horas mínimo para hacer 50 kilómetros como mucho... Hace falta tiempo. Yo sólo tenía algún domingo, y empezamos muy tarde. Y nada de dieta”, reconoce.

En los eólicos fue una locura, con unas subidas llenas de barro bajándonos a empujar

González tenía claro que su llegada a Valdoviño se iba a producir, si bien a partir de ahí era donde aparecía el agujero negro que se tragaba las esperanzas de este debutante y ahora férreo animador a participar en la cita naronesa. “Yo daba por hecho, y sabiendo que la última fase del recorrido la tenía pendiente, que no iba a terminar. La hice en e-bike y me pareció imposible. Dije nada, esto sumado a lo que tengo al principio va a ser complicado”, relata, ahora con una visible sonrisa de satisfacción en el rostro.

La cucaracha

Y es que ese imposible, ese complicado, ese abismo que se abría se cerró, afortunadamente, pedalada a pedalada. Entre ánimos propios y de los demás, con una energía del grupo, participantes y equipo de voluntarios y organización, que sorprendió a González, y también lo enganchó, superó ese salto y lo hizo además, en unas condiciones meteorológicas nada favorables.

El local, con sus hijas Catalina y Olivia
El local, con sus hijas Catalina y Olivia
Cedida

“El tiempo empezó de maravilla, pero se transformó en lo peor, en la peor zona posible”, recuerda, “fue una locura, una locura hasta el punto de que con un chubasquero era imposible respirar. Pero al final llega la épica, la heroica, y de hacer bromas incluso con gente que está a un lado, diciendo, bueno, si llegamos, realmente contar esto es mucho mejor que contarlo con un día de sol”.

Y estas “cucarachas”, como así fueron bautizados por su indumentaria completamente negra, llegaron con los toques marrones de una guerra ganada contra el barro, en unas trincheras que en esta ocasión estuvieron en las zonas peores.

El objetivo es bajar para el año mínimo una hora de tiempo y podemos hacerlo

En los eólicos fue terrible, con unas subidas de barro imposibles, donde nos bajábamos de la bici y empujábamos. Yo recuerdo decir a la gente que se cruzaba, disfruta que esto se termina. No queda nada. Con ese tono satírico. Y, claro, la gente se ríe. Y las bromas estas de ya veréis cuándo lo contemos”, señala González.

Y vaya si lo pudo contar, y también aprender de los entendibles errores de novato, como la citada equipación “batmaniana”, una excesivamente larga pausa en Valdoviño para comer y la lógica cautela de no saber cómo va a responder el cuerpo. Unos “debe” que, sin duda, este deportista ya está resuelto a corregir.

Romper lo establecido

Ahora el objetivo es bajar mínimo una hora de tiempo. Este año ya pudimos hacerlo –finalmente pararon el crono en 10h.11:14–. Dosificamos demasiado”, apunta el nuevo miembro de la familia de las 21 Leguas. Una prueba a la que “invito a todo el mundo a que se apunte, a que participe. No hay excusa. Está muy bien. Es una actividad no sólo deportiva, es social”, destaca recordando los ánimos que les daban a los corredores que los adelantaban. “Y tú yendo en bici”, subraya, “son unos fuera de serie”.

Unas buenas palabras que se extienden a la organización de la cita, haciendo hincapié en los voluntarios en los puestos de avituallamiento y puntos de control. Y todo ellos superando no sólo sus propias dudas sobre su capacidad, sino también las de una inteligencia artificial que, todavía, no ha aprendido el empuje y la fuerza cuando lo individual se vuelve también colectivo.

Participar en la prueba es un gran método para superar la crisis de los 40

Chat GPT decía que con lo que habíamos hecho de entrenamiento era imposible que terminásemos. Le cargamos la ruta de las 21 Leguas y datos como personas con esta edad, con este peso, que han hecho esto en este tiempo, ¿pueden hacer esta ruta en menos de doce horas? Y te decía que no. Ni de broma. Que teníamos que entrenar más y hacer mejores marcas. Y fíjate...”, cuenta un González que se anotó otra de esas victorias ante una “skynet” que todavía no ha comprendido el potencial humano.

Ese que sí descubrió González en lo que asimismo definió como “un gran método para superar la crisis de los 40” y en el que encontró en los geles y los plátanos –“no sé ni cuantos comí”, cuenta entre risas– a unos de sus mejores aliados. “Podía perfectamente dar dos vueltas más, pensaba. A día de hoy no entiendo cómo es posible que incluso al día siguiente estuviese perfecto, porque he estado mucho peor con rutas de muchísimo menos”, relata.

En esta, preguntando a los expertos sobre su hora de llegada, todo el mundo les decía que no habría problema por llegar antes de estas doce horas establecidas como límite. Una meta que cruzó para tener el poder de aconsejar a aquellas personas más dudosas sobre su capacidad.

Animo a todo el mundo a que se apunte, si yo lo conseguí cualquiera puede hacerlo

“Se tienen que apuntar. Tienen que retar a un grupo de amigos y con que uno diga sí... Si yo lo he conseguido, creo que lo puede conseguir cualquiera”. sentencia González, convencido ya de su potencial e intentado prender la mecha en los demás. “Van a hacer mucho más de lo que piensa y ya, sólo por eso, aunque no termine, va a ser bueno y generar ese gusanillo”, afirma.

González y Rivera, con otros compañeros al finalizar la cita
González y Rivera, con otros compañeros al finalizar la cita
Cedida

Un gusanillo, una semilla que en él, además de preparar de una manera más formal esta cita para retarse a sí mismo, puede desembocar en la creación de un nuevo club. Todo un nuevo futuro creado en poco más de diez horas, no por ningún genio ni lámpara ni IA, sino a las 21 Leguas de Narón.