Torrijas y sus compañeras
Mientras escribo esta columna, la flotilla ¡qué merendilla! que va a salvar a Gaza de las garras judeomasónicas anda deambulando por las calas de Menorca entre calderetas, mariscos y baños en azul ultramar. Vamos, que la grande y felicísima armada antifa ha hecho escala en un lugar privilegiado para coger fuerzas mientras los barquitos van cayendo ante cualquier ola o resaca como si fuese un juego del submarino un sábado por la tarde antes del chocolate con churros. Pero así son nuestros guerreros por la libertad, tan pronto se hacen un bailoteo chill out por la Pachamama sobre cubierta como intentan tirar a los ciclistas en la Vuelta Ciclista a España antes de llegar a la meta. Todo sea por la vida pirata, la vida mejor, con banderas de Palestina compradas en Amazon, total, el capitalismo se vence con más capitalismo y la Freedom Flotilla Coalition necesita un poco de ciclismo, sol, mar y marisco para afrontar la Odisea mediterránea de llegar hasta Grecia y dar la vuelta por la mala mar, por Poseidón, por Polifemo y por los drones de los malignos espías del Mossad que revolotean como Velutinas enfadadas sobre los nobles pañuelos palestinos.
Así andamos por Occidente. Bailecitos, tops, manteles reivindicativos, Gretatumbers que ya no lloran de ansiedad por el Planeta Tierra porque se está mejor de crucero del amor que comiendo hamburguesas de tapadillo y nuestra aguerrida Colau, Ada de los mares, cocinando para la tropa desayunos de clóchinas recién recogidas en las rocas y por supuesto, tostas de aguacate y AOVE, no vayamos a pensar que se pasa hambre haciendo la flotillación.
“Por lo menos hacen algo, no como tú”, dicen los woke. Que los demás estamos a nuestras cosas en vez de hacer la mochila Chiripiperrofláutica y lanzarnos a la mar océana de marras para intentar detener genocidios con el ceño fruncidísimo y ganar puntos en el cielo de los progres. Porque todos sabemos que la flotilla merendilla no va a detener nada ni va a solucionar nada, ahí se está a bailotear, al amor, a comer marisco, a ponerse moreno y a disfrutar del maravilloso Mediterráneo. Pero el Mediterráneo es traidor, queridos flotillistas, tan pronto sus suaves olas te mecen como te arrastran hacia dentro con una fuerza capaz de desmembrarte cual tiburón de Spielberg, de una dentellada. Como medio valenciana puedo atestiguarlo. Muy bonito, muy azul turquesa pero si te descuidas acabas en los brazos de una medusa, ojo Ada, ojo Greta, que entramos en época de huracanes.
Mientras nuestras heroínas surcan las aguas en noble misión cual Torrijas y sus compañeras en el barco del amor, Armani ha fallecido. Nos quedamos sin belleza, así no se puede. Menuda temporada. Se nos va acabando el pasado y el presente no parece demasiado halagüeño. En febrero sale una nueva versión de Cumbres Borrascosas con una estética un poco hazte así que parece una peli española de terror de los años 60. El actor que hace de Heathcliff es de familia vasca por los cuatros costados, no sé yo si le pega a un vasco hacer de un inglés necrófilo asalvajado, pero vivimos tiempos convulsos y todo puede valer. Hasta la Flotilla por la libertad bailoteando en calas azules mientras intentan arrancar el motor. Buen viento, Torrijas. Y mejores arroces.
