Sostén a la sociabilidad
Absolutamente, el mejor comienzo es una buena crianza natural, lo que nos exige más entrega y generosidad en cualquier caso. Nuestros progenitores son, en efecto, la condición privilegiada del sostén sociable. Sus abecedarios suelen acariciar y verter tranquilidad, lo que favorece un crecimiento saludable. Bajo esta dirección, nos alegra que la comunidad internacional apueste cada día más, por reivindicar el papel de los padres en la educación de sus hijos, mediante el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, lo que nos demanda que han de crecer también en un ambiente de concordia y en una atmósfera de felicidad, amor y comprensión. Realmente, es esa alegría que se vive en comunión, con deseos de compartir y participar, lo que hace multiplicar nuestro entusiasmo y regenerar nuestros propios andares por aquí abajo.
No hay momento más singular para el desarrollo cerebral de los chavales, y por lo tanto para abrazar su futuro, que los primeros años de existencia. Pero la custodia, ciertamente, es un trabajo demasiado costoso para hacerlo solos. Juntos podemos salvar la vida de millones de niños. Precisamente, hoy más que nunca, necesitamos que los gobiernos activen las políticas de techo y sucesión. Indudablemente, esta atmósfera de hogar favorece la socialización y contribuye a atajar los fenómenos de soledad y violencia, a través de la transmisión de valores y mediante la experiencia del soplo fraterno.
