Naturaleza, etnografía y un estilo de vida: éxito de la ruta interpretativa al molino de “O Carrizo”, en Neda

El murmullo del río Belelle, en Neda, volvió a ser la banda sonora de una historia que renace entre los muros de la antigua fábrica de papel de A Mourela y posterior molino de Alejandro Mera, conocido como “O Carrizo”. La propiedad lleva unos años en manos de los educadores ambientales Manuela Calderón (Huesca) y Xavier Pujol (Barcelona), que recalaron en el municipio para darle una “tercera vida”. Ambos abrieron las puertas de lo que es ahora también su casa, en una emotiva ruta interpretativa enmarcada en la programación de la Festa do Pan, un día antes de su jornada grande, la del domingo.

El área recreativa de Maciñeira sirvió de punto de partida para la treintena de participantes –de todas las edades, incluidos vecinos y familiares de los antiguos propietarios del molino–, que emprendieron el camino pocos minutos después de las diez de la mañana hacia el curso fluvial. Guiados por la experta voz de Xavier, los participantes recorrieron la senda que serpentea junto al río, un camino que se convirtió en la primera lección del día. Y es que el catalán fue destacando la inmensa riqueza y la importancia de la biodiversidad del entorno; también los diferentes usos y constumbres de la zona ligados al río, un preludio perfecto para entender la filosofía del proyecto que ha creado junto a su compañera.
Pasado y futuro
La curiosidad de los presentes fue creciendo a medida que se acercaban al molino. Una vez en el exterior del mismo, Pujol mostró el cubo y las compuertas de entrada del agua, cuya fuerza hacía mover los rodicios y a su vez el eje, lo que permitía moler los cereales para la fabricación de harina. Incidió, también, en el tedioso trabajo realizado para su limpieza, con el objetivo de que en un futuro –la concesión de Augas de Galicia está todavía pendiente– vuelva a cumplir su función.

Así las cosas, los que reservaron la mañana del pasado sábado tuvieron la oportunidad de conocer la historia de estas instalaciones, adquiridas y reformadas en la década de los 40 por “O Carrizo” y que estuvieron operativas hasta los años 80. También su origen como fábrica de papel en el siglo XIX, de la que aún se conservan vestigios como una pileta donde se trataban los trapos.
Más allá del edificio principal, los presentes conocieron además la historia de las edificaciones anexas, que a falta de culminar su restauración, vuelven a cobrar vida albergando ahora los animales domésticos –todos autóctonos, salvo un burro de origen catalán– que componen la pequeña granja de la pareja: ovejas, una cerda, gallinas y una yegua, que disfrutaron en libertad entre los presentes para ayudar a comprender el pilar primario de producción agrícola y ganadera del proyecto de esta pareja que, junto a la transformación, con la restauración del molino, y a los servicios culturales –como la visita impulsada ayer–, conforman la visión integral de su iniciativa.

En la sala de molienda, Pujol explicó las diferentes partes que componen los molinos, remarcando la importancia de la profesión en una época en la que no existían avances como de los que se disponen ahora.
Con paciencia y mucho trabajo, esta pareja recuperará una parte fundamental de la historia del municipio, marcada por sus molinos y panaderías, una tradición que aflora cada año con la celebración de la Festa do Pan.
