Blanca Hermida Rodríguez, nadadora bronce mundial máster: “Ahora he visto que puedo llegar a donde quiera”

Fuegos artificiales, calles con música y sobre todo muchísima alegría esperaban a Blanca Hermida en Singapur, en el que fue mucho más que su debut en un Mundial máster de natación. Fue su propia prueba de renacimiento.
Un país que celebraba su independencia y al que la nadadora del Natación Ferrol llegó no sólo con cierto jetlag, sino con el apoyo de un club, unos amigos y especialmente una familia “sin la que nada de esto habría sido posible”, señala Hermida ya de regreso a casa, a Meirás.
Blanca se fue con el recuerdo de los suyos en sus manos, en unas uñas decoradas para la ocasión, con tiburones en sus particulares aletas, con las siglas del Natación Ferrol y con un símbolo muy especial en representación de su familia, sus padres y sus tres hijos –Sofía, David y Daniel– “Como son muchos pongo un corazón. Me he vuelto ahora muy sentimental, darle a Vicky las gracias en estas cosas. Si yo no me sintiera así de arropada... Parte de esta medalla es de mis compañeros, es de mi equipo, es de mis padres y mi familia”, confiesa una deportista que recuerda su primer diploma de natación en 1986 en las filas, por aquel entonces, del Marina Ferrol.
Aterrizó en tierras asiáticas con toda la ilusión, con los suyos en la piel y regresó con mucha más y, por supuesto, con una pesada medalla de bronce –en 200 mariposa +40–, en representación no sólo de la preparación realizada para esta competición internacional, sino de todo el trabajo y sacrificio que, desde pequeña, le inculcaron y que ella ha sabido trasladar a su vida personal y deportiva. Si bien y aunque Blanca recoge, toca y mira su medalla con un orgullo excepcional, la nadadora resta importancia a este objeto, mirando más allá de este.
“A veces nos centramos mucho en la medalla, es lo más vistoso que hay, pero hay muchísimas otras cosas que te llevas contigo. Toda esa experiencia, del viaje, de ver a otros como ganan o no, van bien o mal. Todo el mundo ha hecho por ir allí, estar allí, y tiene su historia detrás”, relata Hermida, “para mi ha sido ver que puedo llegar a donde quiero y que no tiene porque ser el único. Yo ya estoy pensando en el siguiente”.
Team USA
Su debut internacional tuvo un telón de fondo de película, así sentía ella, en ocasiones “pequeña. Yo allí con la ropa del Natación Ferrol y veías al Team USA y veías a todos con la equipación, de arriba a abajo, a Australia...”, recuerda.
Por momentos sin saber qué hora era debido a la diferencia horaria, en el agua, primero como espectadora –“en la misma piscina que en la que horas antes habían estado Leo Marshan y Katie Ledecky, estabas tú en esas sillas también, en esas precámaras de salida– y luego como “tiburona” bajo los focos.
“El primer día, la primera prueba, me salió un poco peor de lo esperado. Pero me metí luego en la ducha y se me caían las lágrimas de emoción, de pura emoción”, relata la del Natación Ferrol, que recuerda como su compañera de viaje, Inés Buenadicha, del Natación Arteixo, fue la que la “empujó” a acudir a esta cita.
Y luego llegó el regalo, el premio en forma de medalla de bronce. “Mis padres superorgullosos, contándome que, ya se lo habían contado al vecino. Mensajes de todas partes... Y la verdad es que yo que era super reacia a lo de las redes, y he publicado más en esa semana que en toda mi vida”, cuenta entre risas Hermida.
Esas ganas de contarlo no sólo eran por la alegría y satisfacción de lo logrado, sino también “porque creo que no solamente yo he aprendido de esta experiencia, sino que creo que tengo mucho que contar. No porque sea yo, si no por lo que el viaje ha supuesto tanto deportiva, física y mentalmente. Creo que es algo que me corresponde en la medida de lo posible, darle visibilidad al tema de la salud mental, al deporte y la salud en general. No sólo porque soy médico, sino por que me ha tocado en primera persona”, relata esta nadadora y pediatra de profesión, reconociendo su complicado momento vital y cómo la natación ha sido su tabla salvavidas.
“Hay mucha gente pasándolo mal y el deporte debería ser una opción. El deporte en adultos es algo terapéutico, no un hobby y tendría que haber ayudas”, recalca Hermida, hablando un poco de su propia experiencia al relatar que “llegaba a nadar después de tener todo el ruido mental de todo el día, me tiraba y en el agua no oigo, no veo.. solo soy yo”, apuntó.
¿Es de bronce de verdad?
Y si en el agua sólo es Blanca, fuera le esperan sus tres hijos, que, al igual que sus padres, celebraron por todo lo alto el éxito de su madre en una competición en la que la del Natación Ferrol volvió a deleitarse compitiendo.
“Esta vez, en lugar de sufrir es que fui disfrutando. Recuerdo en el 200 mariposa, donde gané la medalla, las dos primeras se fueron en el primer 50, y fui capaz de ir controlando tan bien la prueba que pude ir disfrutando. Y esa sensación de que a veces, en los últimos metros, notas el cansancio, y piensas ya va a venir la de la calle de al lado y me va a adelantar.. Fue al revés, la sensación de irlo controlando y ¡es tan distinto a lo que me venía pasando en toda mi vida!”, relata emocionada Hermida.
Un bronce que ahora le hará recodar a esta deportista lo que es capaz de hacer, en un viaje y un campeonato que su familia y amigos siguieron en la distancia. “Me llamó muchísimo la atención la gente que me escribía a las cuatro de la mañana que estaban intentando ver el campeonato y yo ¡a dormir todo el mundo!. Amigas de mi hija que seguían los resultados en una web...”, señala.
Sus hijos miraban, tocaban esta medalla y lo querían, ahora sí, saber todo. “¡Qué grande es! ¡y cómo pesa! y ¿es de bronce de verdad?”, le preguntaban a su madre. Un orgullo que asimismo se reflejaba en sus padres, Isabel y Cándido, su principal patrocinador para poder acudir a esta cita. “Mi padre dijo, lo que sea... y como fue el recibimiento, le caían las lágrimas. Y no porque sea un Mundial, porque me han visto ganar medallas y otros logros, era porque me vieron que era otra vez yo” relata.
Síndrome de impostora
Un regreso en el que Blanca ya estaba pensando en volver a entrenar, a ese grupo en el Natación Ferrol que la apoyó tanto a conseguir lo conseguido. “Me acordé mucho de mis compañeros, y también de los del Marina, esto –un colgante– me lo regalaron ellos y lo llevé al campeonato. A todo el mundo le daba las gracias, porque no saben lo que han hecho por mí”.
Hermida, si bien ya había retomado el contacto con la natación en 2012 –“cuando me acababa de enterar de que estaba embarazada y le pregunté al ginecólogo Félix Espinosa si podía”–, volvió a hacerlo en 2019, esta vez ya barriga por delante “de siete u ocho meses. Tuve que cambiar la mariposa por la espalda para poder tirarme”, recuerda en esta participación en el Gallego. Ahora, en máster –si bien compaginándolo con absoluto–, está disfrutando más que nunca de la natación, si bien a veces hace acto de presencia, una especie de síndrome de la impostora.
“En absoluto me sigue imponiendo. En la Liga de Clubes, la primera vez que me eligieron para una prueba individual dije yo, pero si tienes a otras. Pero quiero que lo nades tú, me dijeron. Eso me dejo... En el Gallego como soy yo la que hace las mínimas, te lo crees. Pero en ligas, que era el entrenador la lista. Me impresionaba igual o más que en Singapur. Lo otro era demostrar que llevándoles 20 y pico años puedo seguir ahí, y sin tener la sensación de que alguien crea que estoy cogiendo un lugar que no me corresponde”, relata una Blanca que, sin duda, se ha hecho un gran hueco donde sí le corresponde.
Lo + curioso: “Repetí más veces ‘gluten free meal’ ... Me alimenté a base de barritas australianas todos los días”
Blanca Hermida entrena ahora, como ella lo denomina “con la juventud. Me hacen revivir lo que yo he vivido y me hacen aprender”, después de volver a la natación poco a poco. Llevando a su hija y a su sobrino a la piscina, se lanzó. “ Yo voy a intentar aquí meterme con la juventud. Malo será que quede última en la calle y fui mejorando”, relata, “y estaba ahí y llegó un punto en el que yo tiraba del grupo y me decían las niñas es que era Superblanca y yo les decía que me hacían ellos Superblanca. Porque me veían de la edad de sus padres pero haciendo cosas que hacían ellos”. Y Superblanca, pediatra de profesión y vocación, consiguió clasificarse para un Mundial en el que tuvo que lidiar, además de con la competición, con otros imprevistos.
¿Qué le sorprendió más en su “película” del Mundial?
Lo que no encontré fue comida sin gluten. Soy celíaca. No tenían ni idea de lo que les estaba hablando, nada. Yo decía me voy al McDonalds, siempre hay un menú... no había. Luego dije me voy al supermercado y tiramos de etiquetas, porque como el idioma oficial es el inglés, y su ley no les obliga a poner alérgenos ni nada, entonces... Pero como hay mucho producto australiano y allí sí que hay un montón de cosas me alimenté a base de barritas australianas todos los días. Salía y le decía como un menú infantil, solo arroz blanco, solo carne así a la plancha sin salsa. Repetí más veces “gluten free meal please” que... Pensaba que igual no entendían mi inglés –ríe–.
¿Y qué fue lo primero que comió cuando llegó a casa?
¡Quería tortilla, y no había nada en casa! y yo ¡dame algo de comer!. Hasta que me fui al Zahara.
¿Qué próximas citas tiene ahora en el calendario?
El año que viene Europeo en París, en agosto, no hay tanto jetlag –ríe–. Los Mundiales son cada dos años, y el siguiente es en Budapest. Fue mi compañera la que me animó ya. Lo peor es que me apetece. Pero también estoy muy contenta en ir a un Gallego y disfrutarlo, eso tampoco lo quiero perder.
¿Qué enseñanzas han salido de esta gran experiencia?
Que el esfuerzo tiene su recompensa, es esa sensación de verme nadar, de ser capaz y la felicidad. Para mi ha sido ver que puedo llegar a dónde quiero.