Para entender lo que le preocupa a alguien solo hay que escuchar. Con los políticos ocurre lo mismo. Sánchez quiere ir a programas de entretenimiento y pide debates a dos al peso: Cuantos más, mejor. Está claro que siente el viento en contra y que la exposición, normalmente no deseada, ahora urge para la remontada. Feijóo quiere menos exposición, o, al menos, una más controlada. Por eso abundan los desayunos, amables atriles y altavoces sin preguntas incómodas. Un debate le suena mejor que cuatro. Y uno a tres (con Sumar) le suena mejor que uno a dos o a cuatro (con Vox). Por qué será.
