El Ayuntamiento de Ripoll ha sufrido las iras de ciertas personas que no tienen otra cosa que hacer en este mundo que no sea utilizar las redes sociales para crear polémicas o buscarle las cosquillas a las paredes. Resulta que la revuelta virtual tuvo su origen en que un grupo de exaltados pidió que en las fiestas vecinales no se sirviese ni utilizase la carne de cerdo en solidaridad con los creyente musulmanes. Tanta dieta mediterránea muestra sus consecuencias en la salud mental de algunos. Todo indica que tenemos que adaptar la casa a las exigencias de los invitados. Algunos deberían de leer la historia de Panchito, escrita por el gran Castelao, para que reflexionen sobre la naturaleza de la vida y el sentido de la existencia. Pero todo se andará y en breve habrá algún concello progresista que programe sus fiestas patronales y gastronómicas del percebe, del marisco o del churrasco realizado a base de humus o productos sintéticos para no herir al colectivo vegano o animalista.
